EL PARQUE / LE PARC
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
ESBOZO DE LA VIDA INCONSCIENTE
El parque / Le para, Francia, 2016
Dirigida por Demien Manivel. Escrita por D. Manivel e Isabel Pagliai
*** Hay que verla
La segunda película de Manivel confirma su gusto por el formalismo y los cálidos relatos que pueden albergar sorpresas.
El más tosco de los individuos se revela en sueños como una persona más compleja e interesante de lo que él o ella cree de sí. Las inhibiciones y la falta de medios para nombrar la propia experiencia precarizan las posibilidades de entendimiento y el placer de percibirse más libre.
En Le Parc, el segundo film de Damien Manivel, dos jóvenes se encuentran en un parque; se conocen hace poco. Caminan, juegan, hablan un poco, se besan. Los dos parecen estar a gusto, aunque habrá un giro sorpresivo que puede contradecir lo que resulta evidente. O quizás no.
En alguna de las fugaces conversaciones que tienen, Maxime le pregunta a Naomie si alguna vez escuchó o leyó algo sobre psicoanálisis. Al ser un filme francés se podría esperar la referencia de Lacan, pero el joven nombra a Freud y una de sus obras más accesibles: Cinco conferencias sobre psicoanálisis. La escena transcurre a los cincos minutos de haber empezado la película, y bien puede ser una clave de lectura de lo que viene.
La conjetura de que Manivel esboza un retrato de la vida inconsciente se puede sostener en la decisión que toma en dividir narrativamente el propio filme en dos momentos diferenciados, lo que coincide con el paso del día a la noche. Pero ese señalamiento es indisputable, casi fundacional para la existencia del film. Esa segunda mitad es tan hermosa como ominosa, y la fuerza de esa paradoja atmosférica reside en una forma de registro que en cierta medida está en el inicio, pero que solamente se deja descubrir paulatinamente pasados los 40 minutos. ¿Cuál es el secreto?
El cine ha sido siempre una tecnología sensible de intensificación observacional (y auditiva) respecto del mundo circundante, como también una extensión representacional de las asociaciones inconscientes que remiten a la vida onírica. Manivel prescinde de primeros planos y de planos medios, excepto en momentos decisivos de la trama. Prácticamente todo lo que muestra está encuadrado en planos generales.
A esta decisión formal le suma un particular y laborioso diseño sonoro que incrementa la musicalidad del ambiente. El viento y los grillos tienen un aporte dramático menor, pero están ahí para debilitar la consciencia ordinaria, que atiende poco a aquello que la rodea y respecto de lo cual carece de propósito. La poética de Manivel consiste en restituir el encantamiento y el misterio frente a una realidad que siempre es ambigua, aunque el hábito niegue su condición enigmática.
No se puede decir más, no porque se deba obedecer el requerimiento del placer infantil de una gran mayoría que teme que le cuenten el final de un filme y así arruinar el presunto éxtasis que solamente garantiza el desconocimiento previo. La restricción, en este caso, la impone amablemente el propio film. Ciertos misterios necesitan de una retórica inconclusa.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de agosto 2017
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