POST TENEBRAS LUX
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
NOSTALGIA DE LA LUZ
Post Tenebras Lux, México-Francia-Holanda-Alemania, 2012
Escrita y dirigida por Carlos Reygadas
*** Hay que verla.
La cuarta película de Reygadas, pese a sus detractores, es uno de los films más importantes del cine contemporáneo.
Breve veredicto sobre Post Tenebras Lux: anomalía salvaje en estos tiempos de conformismo cinematográfico.
En el severo tribunal de la cinefilia más ortodoxa el mexicano Carlos Reygadas siempre parece estar bajo sospecha. Se le había concedido un poco de crédito por Luz silenciosa, su película anterior, capaz de sortear la ridiculez de filmar un milagro a partir de una relectura no menos riesgosa de un viejo filme de Dreyer. Después llegó este filme inexplicable y todavía más inquietante, que tiene un poco de exorcismo personal y un tema universal y comprensible: la pérdida de la inocencia y la inserción en un mundo áspero e injusto. Es un filme hermoso y doloroso.
Podrían escribirse varias páginas sobre las dos primeras escenas, que son magistrales. En la primera, una niña (hija del director) va de un lado a otro en una cancha de fútbol embarrada en alguna zona rural de montaña no muy lejos del DF. La niña apenas balbucea palabras, pues todavía su experiencia del mundo no es enteramente lingüística. Está sola y la acompañan algunos animales. Los perros ladran y persiguen a algunos caballos mientras las vacas miran impasibles la escena.
Está por llover y los truenos parecen llegar como acordes violentos de una orquesta cósmica. La oscuridad prevalecerá y los relámpagos irán, paulatinamente, develando que ya no estamos en las montañas sino en un departamento (la sustitución, con el relámpago como encadenamiento, es magnífica). Es de noche, y súbitamente aparecerá el diablo. Un Belcebú anaranjado y sexuado se entromete en la serenidad nocturna de una familia. Todos duermen. La bestia del mal, que lleva una caja de herramientas, espía a los soñadores, pero hay un niño despierto: la criatura lo mira; él le devuelve la mirada y se va. ¿Es una pesadilla? ¿Quién sueña?
El protagonista de esta elegía se llama Juan. Está casado, tiene dos hijos y vive con ellos en una especie de paraíso. La casa parece una nave perdida en la naturaleza, un búnker burgués. Cuidadores y perros protegen la privacidad de esta familia de clase media alta. La tensión de clases dictaminará el destino de Juan, pues el orden social alcanza también a los que creen que en la naturaleza el conflicto social desaparece.
El gran desafío de Post Tenebras Luxes doble. El relato no es aristotélico, evita una organización racional: de una acción no se sigue una consecuencia lógica. Se trata más bien de un caleidoscopio cognitivo, como si el filme duplicara el funcionamiento de nuestro cerebro y sus asociaciones: un recuerdo lleva a otro, de ahí al tiempo presente, después vendrá una proyección imaginaria en el futuro. De una orgía en París se pasa a una fiesta regional, de la infancia de los hijos de la pareja podemos saltar en el tiempo y verlos ya adolescentes jugando al lado del mar. La distorsión lógica viene acompañada de un efecto visual: en los exteriores lo real se modifica por completo, como si la realidad jugara a doblarse.Post Tenebras Lux es un prodigio perceptivo.
En el fondo de Post Tenebras Lux predomina un sentimiento de pérdida, una congoja metafísica por una experiencia de unidad perdida. En cierto pasaje, Juan encontrará un modo de enunciarlo y tal vez se trate de un instante de salvación.
Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior durante el mes de agosto 2013
Aquí se puede leer mi crítica en Cannes.
Aquí se puede leer una crítica excelente de Fernando Pujato.
Roger Koza / Copyleft 2013
«Cierta tarde perdida a principio del ¨60, jugué con mi hermana a nombrar a las nubes estivales, voluminosas!/llegó la noche, los relámpago iluminaban mi rostro, y en los oídos retumbaban los truenos en la lejanía/tenía que cruzar un pasillo largo y oscuro/las nubes son innombrables»