PROGRAMACIÓN COMPLETA DE ABRIL Y MAYO DEL CINECLUB
“¿Cuándo vuelve el cineclub?”, me preguntan en la calle varias personas. Respondo, como siempre, “volvemos en abril”. En los últimos dos meses he estado muy poco en La Cumbre, y constatar que existe interés por el cineclub es siempre gratificante. La vida útil del cineclub persiste, todavía. Mientras hay deseo de ver existe el deseo de programar. Es la ecuación primaria, el pacto secreto entre ustedes y nosotros.
Desde la última función de la Séptima Muestra de Cine Independiente, en enero, hasta hoy, han pasado muchas cosas y mucho tiempo. Aquel día, el 20 de enero, cuando terminaba la película de la sección nocturna a las 3 de la mañana volvía a casa para cerrar las valijas e irme directo al aeropuerto. A las 5.30 salía para México, todavía con el vértigo de la muestra (más de 1000 personas, 39 películas en 9 días). Propósito: ejercer como programador invitado del nuevo festival de cine internacional de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Dejaba nuestro pueblo por una ciudad inmensa, fascinante por su arquitectura, su pluralismo étnico y lingüístico, su ritmo frenético. De La Cumbre al Distrito Federal es como pasar de un film de Lisandro Alonso a uno de Tarantino, y sin embargo, íntimamente, mi experiencia no fue muy distinta.
Durante el FICUNAM, sigla del festival de la UNAM, volví a darme cuenta de que gran parte de mi profesión se la debo a mi trabajo como cineclubista. Con ustedes aprendí a presentar películas, a escribir sintéticamente sobre ellas, a seleccionar y programar films pensando en variables heterogéneas como la distinción de clases, los géneros, el placer, la pertenencia generacional, la confrontación con lo real, el esfuerzo cognitivo, la distracción. Allí y acá jamás dejé de pensar en lo más acuciante: concebir una programación que estimule y reclame la emancipación de la mirada.
Estaba a punto de empezar a conducir una clase magistral con Artavazd Peleshyan, uno de los últimos maestros del pretérito cine soviético, un cineasta cuyos maestros directos fueron los míticos directores Eisenstein y Vertov. Tenía la responsabilidad de dialogar con él ante unas 200 personas en un bellísimo teatro llamado Foro Sor Juana. Me había preparado dos meses para ese momento. Faltaban unos cinco minutos, y de pronto, secretamente, tuve un sentimiento preciso que me serenó: agradecimiento, sólo eso. ¿A quién? Dado que no soy creyente, no podía verticalizar mi sentimiento, que tenía otra dirección.
Como si hubiera estado a punto de morir, toda mi vida cinéfila pasaba delante de mí. Fueron menos de dos minutos, y recordé, sin proponérmelo, las idas al cine con mi padre en Maldonado cuando era muy chico, el descubrimiento de la revista El Amante, la primera vez que presenté un film en Alemania como programador de Hamburgo, mi primera lectura de Bazin, la gente que pasó por los seminarios que suelo dar y, fundamentalmente, mi vida como cineclubista. Todo eso me avalaba, como quien llega a un examen sabiendo que un gran esfuerzo le precede y que su saber, puesto a prueba por una mesa examinadora, es sólo una circunstancia en donde se comprueba un largo proceso de aprendizaje. Sentí que todos ustedes me empujaban y me acompañaban; sentí que junto con ustedes, durante tantos años, había aprendido muchísimo. En algún sentido, mi modelo fue el cineasta Richard Linklater, que fundó en Austin una Sociedad de Cine (Film Society; siempre me ha gustado el poder semántico de ese término: “una sociedad de cine”) para poder ver películas que no llegaban a su “pueblo” y aprender de ellas, aunque su propuesta, como también la nuestra, consiste en socializar su aprendizaje, compartirlo, es decir, extender un placer y satisfacción privados a una esfera pública.
Desde este lugar los invito una vez más a nuestras funciones. John Ford y Hong Sang-hoo serán los directores a seguir durante todo el año. Volveré a pasar un film genial como El cameraman: vida y obra de Jack Cardiff, pero esta vez, a diferencia de como fue en la muestra, veremos dos films centrales citados en esta película, Zapatos rojos y Narciso negro, en donde Cardiff fue el hacedor de una estética junto con los directores Michael Powell y Emeric Pressburger. Insistiré cada tanto con algunos documentales y algún que otro film más experimental. El cine latinoamericano tendrá mayor presencia que otros años. Nada más por ahora.
Los estamos esperando.
Roger Alan Koza, programador.
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LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
20 de abril, a las 20.30hs: Película de apertura
Poesía, de Lee Chang-dong, Corea del sur, 2010
139’ / +16
Cortometraje: Los habitantes (10’), de Artavazd Peleshyan, Rusia, 1970.
27 de abril, a las 20.30hs:
Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo, de Karim Ainouz y Marcelo Gomes, Brasil, 2009
75’ / +13
Mediometraje: A las 20.10hs: Nuestro siglo (47’), de Artavazd Peleshyan, Rusia, 1983
4 de mayo, a las 20.30hs:
Material blanco, de Claire Denis, Francia, 2009
106’ / +13
Cortometraje: Tierra de la gente (10’), de Artavazd Peleshyan, Rusia, 1966
11 de mayo, a las 20.30hs:
El cameraman: vida y obra de Jack Cardiff, de Craig McCall, Reino Unido, 2010
86’ / ATP
Cortometraje, a las 20.15hs: Cielo apagado (23’), de FJ Ossang, Francia-Rusia, 2008
18 de mayo, a las 20.30hs:
Narciso negro, de Michael Powell y Emeric Pressburger, Reino Unido, 1947
100’ / ATP
Cortometraje: Vladivostock (5’), de FJ Ossang, Francia-Rusia, 2008
Película del mes
25 de mayo, a las 20.30hs:
El cazador, de Raffi Pitts, Irán-Alemania, 2010
90’ / +13
Cortometraje: Los vendedores ambulantes se van de Eternity Street (13’), EE.UU., 2010
Muy lindo texto Roger. Saludos.
Recien veo que durante todo el año vas a pasar pelis de Ford…que ganas de mudarme a la cumbre!
Saludos, Salvador