A QUIET PASSION / UNA SERENA PASIÓN
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
LAS LETRAS
Una serena pasión / A Quiet Passion, Reino Unido-Bélgica, 2016
Escrita y dirigida por Terence Davies
*** Hay que verla
En la última película de Terence Davies, Emily Dickinson se suma a una galería de personajes femeninos del director que están a contramano de su tiempo y pelean por su autonomía.
El concepto de “alma” supo comunicar un espacio íntimo de la experiencia, un regalo diferencial del Altísimo para su criatura preferida. En la época de Emily Dickinson, a mediados del siglo XIX, su pertinencia todavía no estaba del todo en juego, sí su soberanía. Las dos discusiones sobre la absoluta posesión del alma que mantiene la escritora con su padre y una educadora pueden parecer anacrónicas, pero no lo son en Una serena pasión: por entonces se trataba de una palabra asociada a Dios, entendido como padre celestial.
Para Dickinson es evidente: el orden del mundo es masculino; la jurisdicción de la literatura le pertenece al presunto sexo fuerte y en las cuestiones del espíritu legisla el padre. En ese tiempo, una mujer tomando la palabra constituía una anomalía. Esa confrontación es la que le interesa al gran maestro Terence Davies para esbozar una biografía y su relación secreta con la poesía. La intensidad de Dickinson era demasiado para su tiempo.
La película empieza cuando la joven Dickinson está finalizando los estudios; Davies, de inmediato, hace una magia materialista con su cámara: en una sección de fotos familiares, un conjunto de travellings hacia delante direccionado hacia el rostro de los personajes va sugiriendo una misteriosa mutación en los semblantes. Es otro tiempo, y una lección sobre el uso de la elipsis. De ahí en más nace la escritora, cuya vida literaria se circunscribe a la madrugada, horario aprobado por el padre para que su hija pueda estar a solas con la sonoridad del lenguaje.
La progresión narrativa es aquí descendiente. Pasa el tiempo, la escritora madura, pero también su amargura. La comicidad irónica y silogística a lo Oscar Wilde de los primeros 50 minutos va esfumándose a medida que la propia luminosidad del filme es también devorada por las sombras. El materialismo poético de Davies es magnífico.
Como suele suceder en Davies, siempre hay en sus películas un momento sublime en el que el cine alcanza su mayor esplendor. Los versos de Dickinson y los planos de Davies se confunden completamente cuando al director se le ocurre escenificar una fantasía erótica; es una secuencia inolvidable. En el momento en que se abra la puerta del cuarto de Dickinson y el posible amante se dirija hacia la habitación, la experiencia orgásmica, o la percepción extasiada del “alma”, se visualizan. No hay descripción lingüística capaz de describir ese paroxismo en el yo, pero Davies encontró el modo de filmarlo. Notable.
Es un milagro secular que un filme de Davies se estrene en una sala comercial. Si en nuestro mundo las atrocidades y las vilezas no gozaran de tanto prestigio ni tuvieran cautiva a la sensibilidad de los espectadores, cada función se agotaría. He aquí una expresión de lo que el cine pudo llegar a ser y no fue. He aquí un filme de Terence Davies.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de julio de 2017
Roger Koza / Copyleft 2017
Hola Roger, el jueves tuve oportunidad de ver A quiet passion y realmente me resulto impactante, la manera en que Davies encaro la historia, las actuaciones y los aspectos formales. Te queria preguntar si intuis alguna razon en cierta nota solemne en las actuaciones (o solo fue idea mia?).
Acabo de leer en LN que en un festival checo asistieron 140000 espectadores… evidentemente tenemos mucho que aprender en materia de promocion cinematografica. Saludos y gracias!
Estimado Pink:
El tema de las interpretaciones solemnes tiene que ver con una época de modales excesivos. Así me lo explicó el propio Davies en una entrevista que subiré pronto en este sitio. Saludos. R
Hola, Roger. Me extraña que la vida de un ser tan fascinante como Emily Dickinson no haya sido tratada anteriormente en el cine. Al menos, no tanto como en el teatro. Creo pertenece a esa nómina de mujeres como las Brontë y Claudel, aplastadas por esa impronta masculina emasculadora que todavía campa por sus anchas hasta ahora, por desgracia.
Conoces de alguna otra película que se haya atrevido atravesar el umbral dickinseano?
Saludos coediales.
Tal vez imbuido de altas expectativas, encontré el film menos logrado de lo que esperaba, sobre todo en relación con un autor de la talla de Davies, cuyas primeras películas me resultan admirables. Para no quedarme sólo con la impresión general, creo que el director se asfixia a partir de la elipsis que da lugar a la Dickinson madura y que la historia se va angostando y agotando en demasía en torno de la figura de una Emily excesivamente autocentrada. Es indiscutible la maestría de Davies en la realización y hay para mi al menos dos escenas memorables en este film, la que anota Roger y el breve diálogo de Emily con su cuñada Susan; pero creo que Davies no eligió a la actriz adecuada para el papel de Emily y que él mismo queda atrapado en su propia fascinación por un carácter que se cierra sobre sí mismo como el propio film. De algún modo, el film me recordó a The house of Myrth, del propio Davies, también centrado en una experiencia femenina de una mujer de la burguesía norteamericana del siglo XIX -sin la singularidad de Dickinson, claro-. En ambas, Davies narra la situación de sometimiento de las mujeres frente a la dominación masculina en distintos órdenes, en ambas, termina reduciendo a las protagonistas a sus propios cautiverios.
Saludos
alguien puede informarme como o donde ver este film? gracias!
Si vive usted en Buenos Aires todavía la dan en un cine; fíjese en los diarios. Si no es así, dígame en dónde vive y trato de ayudarla. R
Roger, la vi anoche en el cine Universidad de Mendoza. ¿ Cómo perderme un Terence Davies en una sala de cine ? Magnífica ! Sublime !
Así es; el más grande de todos.