Roger Ebert

Por Roger Koza

Leí sus libros y vi sus programas de televisión; mi padre solía ver su famoso At the Movies, y él debe haber sido mi primer contacto con un crítico de cine.

Me gustaba escuchar a Werner Herzog hablar sobre él, y su pasión por el cine era total, una evidencia indiscutible.

Ya desfigurado por la enfermedad que también mató a mi madre, el cáncer, verlo aún escribir sobre los estrenos semanales era conmovedor. Mi asociación no es caprichosa. Leí un libro suyo mientras cuidaba de ella, y sabía que él combatía contra esa misma  canallada celular. Finalmente, esa enfermedad que detesto profundamente terminó con su vida.

La primera lista que leí en la votación de Sight & Sound fue la de Roger Ebert. Sucede que mi votación estaba a un nombre de distancia, dado que la revista decidió ordenar a los votantes por sus nombres y no por sus apellidos. Mi lamentable gesto narcisista me llevó a él, y su lista me gustó porque era atrevida: fue uno de los pocos que agregó un film reciente (y polémico), como El árbol de la vida. 

La benevolencia analítica no suele ser una virtud admirada por la mayoría. Ebert supo ser generoso con films que nadie defendía. Siempre me han gustado los críticos que intentan ver algún elemento redimible en películas malas o mediocres.

Su credo y su canon final fue el siguiente:

Aguirre, Wrath of God (Herzog)
Apocalypse Now (Coppola)
Citizen Kane (Welles)
La Dolce Vita (Fellini)
The General (Keaton)
Raging Bull (Scorsese)
2001: A Space Odyssey (Kubrick)
Tokyo Story (Ozu)
The Tree of Life (Malick)
Vertigo (Hitchcock)

Tenía 70 años, y su vida estuvo enteramente dedicada al cine. He lived at the movies…

Roger Koza / Copyleft 2013