¡SALVE CÉSAR! / HAIL CESAR!
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
LA SAGRADA FÁBRICA DE LOS SUEÑOS
¡Salve César! / Hail Cesar!, EE.UU., 2016.
Escrita y dirigida por Ethan y Joel Coen
*** Hay que verla
La nueva película de los Coen carece de la habitual misantropía de los hermanos y tiene dos o tres apuntes de gran lucidez y varios momentos de gran placer cinematográfico
Hay una escena magnífica casi al final de ¡Salve César!, la nueva comedia (marxista) de los hermanos Coen. Baird Whitlock, el actor que interpreta George Clooney, tiene que proferir un monólogo frente al Hijo de Dios crucificado. Vestido de romano, empieza su alocución y la fuerza de la interpretación se impone: los actores en la escena se emocionan, también los técnicos secundarios que cumplen con sus insípidas labores en el rodaje. La escena del filme en el filme debe ser una de las pocas escenas en la filmografía de los Coen en la que los trabajadores comunes no son burlados sino reconocidos e incluso amablemente respetados.
En el clímax de la escena Whitlock se trabará; no podrá decir la palabra clave del filme de los Coen: fe. En efecto, ¡Salve César! comienza y culmina en un confesionario, y el problema de la fe subyace a la trama, aun en forma de chiste, como cuando un conjunto de teólogos discute la naturaleza del presunto Hijo de Dios frente a un proyecto cinematográfico centrado en la figura de Cristo. ¿En qué creen los que hacen películas? Los referidos teólogos no dicen nada al respecto, y los Coen especulan bastante jugando con varias hipótesis hasta identificar dos opciones antitéticas tensándolas al servicio de una perpleja comicidad. Por un lado, el cine distrae y adapta a las grandes masas a participar de la timba universal llamada capitalismo; por el otro, el cine puede ser vehículo de nuevas ideas, acaso puede incitar a la praxis política o al despertar de la conciencia; un estímulo popular para un cambio profundo de cosmovisión. ¿Todo esto suena demasiado intelectual? Uno de los personajes secundarios se llama Herbert Marcuse, y los conceptos “dialéctica”, “medios de producción” y “leyes de la Historia” pueblan el discurso en un par de escenas.
El cine se concibe como una sagrada fábrica de sueños. La época elegida es el inicio de la década del ‘50; la “iglesia” se llama Capitol; su hijo dilecto, un tal Eddie Mannix, algo así como un director general –en inglés, el “fixer” de la compañía–, alguien que tiene que lidiar con todos los problemas de producción de varias películas en rodaje y que también contempla desde las travesuras narcisistas y caprichosas de los actores hasta un secuestro en manos de una asociación de guionistas de izquierda que quieren reclutar al famoso que han raptado y por el que piden una suntuosa recompensa. (El personaje de Eddie, encarnado por el estupendo Josh Brolin, remite a un director de la Metro-Goldwyn-Mayer del mismo nombre. Los homenajes y citas indirectas son muchos).
La trama carece de un gran ingenio, no así muchas secuencias, que vistas por separado fulguran y encantan. Las partes son aquí más importantes que el todo, ya que por cada personaje que se suma al relato los Coen visitan algún género cinematográfico y demuestran un cabal conocimiento del cine. El placer es entonces inmenso: primero una maravillosa escena de un western, después otra de un musical acuático, luego un pasaje épico de un filme de época; son pequeños bloques de memoria de la historia del cine que reviven en el filme. El mejor momento coincide con la aparición de Channing Tatum, canalizando la agilidad de Gene Kelly y bailando tapping como en las películas de antaño, lo cual resulta también una rectificación de lo mal que se suele filmar hoy cualquier secuencia de baile ¡Bastan un par de planos generales y un montaje mínimo que garantice coherencia visual! De lo que se trata en cualquier tramo con bailarines y música es de entender el movimiento de los cuerpos en el espacio y la gracia de vencer la torpeza anatómica adoptando figuras simétricas en conjunto.
Adjudicarle a ¡Salve César! ser un mero e inocuo ejercicio de nostalgia es un atajo y un reflejo de pereza en el análisis. La ligereza ubicua en su tono general no prescinde de una concisa lectura sobre los fines del cine que está siempre presente. ¿Entretenimiento? ¿Entrenamiento? El cine ha sido desde su inicio una eficaz usina de creencias diversas. De eso habla, sin muchas sutilezas pero con inesperada probidad, la última película de los hermanos Coen. No es poco en tiempos cínicos y supersticiosos.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de abril 2016
Roger Koza / Coypleft 2016
*** Hay que verla!
ES QUE SE SUBIÓ MAL. AHÍ VA LA VERSIÓN
Igual creo que falta un eslabón entre eso y «obra maestra»… O sea, entre bueno y maravilloso: un excelente, digamos.
Los viajes de Sullivan, de un modo u otro, nuevamente en el universo de los Coen
«Por un lado, el cine distrae y adapta a las grandes masas a participar de la timba universal llamada capitalismo; por el otro, el cine puede ser vehículo de nuevas ideas, acaso puede incitar a la praxis política o al despertar de la conciencia; un estímulo popular para un cambio profundo de cosmovisión. ¿Todo esto suena demasiado intelectual? Uno de los personajes secundarios se llama Herbert Marcuse, y los conceptos “dialéctica”, “medios de producción” y “leyes de la Historia” pueblan el discurso en un par de escenas.»
Qué pena que hayan sacado esa parte del párrafo en Lavoz. Muy buena crítica, gracias roger!
Estimado Pablo: no lo sacaron ellos; lo hice yo; sucede que la cantidad de palabras es menor y yo suelo editar mis propios textos. Suelo pasarme unas 100 de lo que piden, y aún así tengo que sacar unas 450 que no entran. Eso es todo. Saludos. RK
Bueno saber eso! De todas maneras no quise sugerir que había habido algún tipo de censura o algo por el estilo… simplemente me dio pena que no esté esa reflexión en el otro texto que seguramente va a tener más difusión que este. Me parece la parte más interesante del texto, que me gustó mucho. Saludos y gracias por la respuesta!
Muchas gracias. Sinceramente, no estoy del todo seguro si aquí se lee más que allá. Saludos. RK
«De lo que se trata en cualquier tramo con bailarines y música es de entender el movimiento de los cuerpos en el espacio y la gracia de vencer la torpeza anatómica adoptando figuras simétricas en conjunto.»
Impecable. Una vez más: es un gusto leerte.
Gracias. RK
La vi. Al final era «válida de ver», je. Se entiende que es una fantasía a tono, pero el personaje de Brolin termina siendo demasiado preponderante, en todo sentido. Y si bien se entiende visto que hasta Welles extrañana esos jefes de estudio con los que al menos se podía pelear, la verdad es que para entender el Hollywood de los 50 me quedo con «Trumbo» pese a su horrible moraleja final.
Algunas películas de la Coen, creo que esta entre ellas, se quedan a un paso de la grandeza, como si no se atrevieran a ponerse serios aunque sea un momento para terminar de atar todo lo que despliegan con tanta gracia e inteligencia, pero sin demasiada… ¡fe! en sus resultados.
Creo que por esto les sientan mejor las que, como Inside Llewyn Davis, dan cuenta cabal de su escepticismo.
Es que para desmitificar hay que creer en el valor del mito y en su potencia, y acá me parece que se quedan a mitad de camino. Construyen una parte del asunto, el factor hombre eficiente a cargo, pero el cuadro general les queda un poco chueco. Confieso que me aburrió un poco la secuencia de los marineros bailando… en cambio, me pareció genial lo la montajista estrangulada.
Saludos
ES la primera vez que posteo pq hace poco que encontre el site. ES un placer el descubrir o redescubrir las peliculas dentro de la pelicula que se disparan en la propia mente al leer la critica que va mas alla de la superficie.
SC me dejo un sabor dulce, muy linda de ver, historia muy sencilla (quiza demasiado…), imagenes casi maravillosas y hasta cierto metamensaje.
El mensaje que creo que quieren significar es que hace falta mas fe para ser marxista que para ser cristiano.
La caracterizacion que hacen de los guionistas en la escena en la que estan todos reunidos y «evangelizando» a Whitlock (G. Clooney) se me hace es lo que mas se asemeja al tipico estilo de J. y E. Coen.
La escena en la que los clerigos de c/u de las religiones estan discutiendo sobre postulados de teologia me recuerda a la escatologica discusión que en «Mi primera boda» tiene lugar entre los 2 «Les Luthiers» (creo que son Rabinovich y Mundstock), uno rabino y el otro cura, en el asiento trasero de un remisse que los llevaba a ninguna parte.
Me sorprendio ademas la pintura casi naif que hacen del tal Mannix (parece mentira que sea el mismo de «No country for old men») al que le interesa mas «salvar» al cine tal y como Holywood lo concibe que ganar «plata dulce» con la propuesta de la cia aerea.
SEguramente no sera recordada con la misma intensidad que «Fargo» o «El Gran Lebowsky» pero desde «El Gran Hotel Budapest» que al salir del cine no experimentaba una sensacion así.
Saludos!
Estoy en una situación de gran exigencia laboral; si puedo le respondo más adelante. Gracias por su comentario. RK
Es un placer poder leerte, muchísimas gracias por tener este medio, donde gente jóven como yo aprende y aprende sin parar. ¡Saludos!.