SEMANA DEL 04 AL 10/06 EN EL CINECLUB
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
Las canciones, de Eduardo Coutinho, Brasil, 2011
90’ / ATP
Mediometraje, a las 19.30hs: El decálogo: Capítulo 1 (50’), de Krzysztof Kieslowski, Polonia, 1989 (Ver crítica al final del programa)
El último film del gran cineasta brasileño Eduardo Coutinho consiste simplemente en un conjunto de entrevistas donde los entrevistados deben cantar una canción significativa para sus vidas y explicar el porqué de esa elección, lo que lleva a una suerte de relato ligeramente terapéutico para los involucrados. Como en las películas del inglés Terence Davies, la música tiene una función simbólica: un sujeto puede inferir de las letras un sentido para su experiencia y sus recuerdos; es el sonido de la intimidad en un contexto universal, o como lo sugiere uno de los “cobayos” de Coutinho: “todos tenemos una canción que identifica algo esencial de nuestras vidas”. En la mayoría de los casos, un tema musical equivale a retomar una historia de amor, lo que parece definir el sentido de sus vidas, a veces auxiliado por un plus religioso que constituye un marco mayor de contención: el deseo y la fe, dos vectores de la vida anímica. Coutinho, a quien no vemos pero sí escuchamos, ha perfeccionado su método de indagación y consigue extraer de sus entrevistados situaciones e historias que sobrepasan la psicología de sus intérpretes y tienen oblicuamente un valor sociológico. No sólo habla y canta un individuo sino que a través de él o ella también resuena el discurso de una clase social específica. Este Sócrates con una cámara, que conoce a sus personajes en el momento mismo del registro, sostiene la totalidad de la película a través de una puesta en escena discreta y preguntas pertinentes: planos medios, algún que otro travelling hacia atrás o hacia delante, un zoom abrupto en ciertos casos, una concepción teatral de la puesta de luces y un oído finísimo para formular preguntas que den confianza e inspiren a su entrevistado. El gran misterio es que Las canciones, que bien podría ser un producto televisivo, es cine del mejor; el realizador reconquista la entrevista como una forma posible para el cine y compone un álbum viviente y popular, por momentos extraordinario. (Roger Koza)
FUNCIONES ESPECIALES
6, 13, 20 y 27 de junio, a las 19.30hs: Los cineastas en la televisión
El decálogo, de Krzysztof Kieslowski, Polonia, 1989
500’ / +13
Esta obra mayor de Krzysztof Kieslowski incluye diez películas separadas, cada una de unos 50 minutos, principalmente ligadas a dos levantamientos en Varsovia. Las películas están concebidas como una reflexión contemporánea acerca de los diez mandamientos; o más precisamente se trata de una indagación sobre lo que implica en la actualidad no respetar tales mandamientos. Realizadas como una miniserie para la televisión polaca, un poco antes de que Kieslowski rodara La doble vida de Verónica y la trilogía de “Los tres colores”, cada una de las historias puede ser vista sin seguir un orden o una combinación particular, pues no dependen entre sí, aunque los personajes centrales de una historia pueden aparecer como extras en otra. Una de las razones por las cuales Kieslowski es en este caso controversial es que representa la tradición cinematográfica intelectual europea de los ’60 mientras que aquí analiza directamente cómo vivimos en la actualidad. El primer capítulo, “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, se centra en nuestra confianza en las computadoras; las conexiones irónicas y ambiguas con los otros mandamientos y las historias respectivas no resultan del todo obvias. Una de las tradiciones de los ’60 que Kieslowski parece retomar aquí es aquella que concibe una película como si fuera un rompecabezas, aunque su aproximación es más seria que frívola, y está ligada en parte a una indagación ética. El cuarto capítulo, “Honrarás a tu madre y a tu padre”, por ejemplo, uno de mis favoritos, gira en torno a la revelación de los sentimientos entre una joven que estudia para ser actriz y un arquitecto que puede o no ser su padre, y el octavo, “No darás falso testimonio”, tiene como epicentro la investigación de una académica judía estadounidense acerca de la razón por la cual le fue negado un refugio cuando ella era una niña frente a la amenaza nazi. (Los capítulos 5 y 6 se convirtieron luego en Una breve historia sobre un asesinato y Una breve historia de amor). Una de las mejores ideas de Kieslowski fue la de emplear un director de fotografía distinto para cada película (con excepción del tercer y noveno capítulo, a cargo de Piotr Sobocinski, que también trabajó en Rojo), aunque el guión –al que Kieslowski le dedicó un año entero de preparación con su colaborador habitual Krzysztof Piesiewicz– es más importante aquí que la puesta en escena, lo que no suele suceder en las películas posteriores del director. Cada segmento está trabajado como una breve historia muy bien concebida, frecuentemente con un giro sardónico en el final. (Jonathan Rosenbaum)
En una cinefilia dispersa, siempre pensé que «No matarás» formaba parte de «El decálogo». Enormes dosis de envidia -que nunca es sana- para los que puedan disfrutar de él allá en el Cineblub. Vivo en Pergamino, un error cartográfico. Volviendo a «No matarás», recuerdo siendo un adolescente que vi el trailer en un cine mugriento de un pueblo de la provincia de Buenos Aires, estábamos viviendo ahí por el laburo de mi viejo. Me impactó profundamente. Ignoro qué hacía el avance de película semejante en ese cine, pero dejó un rastro profundo. No era una sinopsis de la película, era una sinopsis de la escena del asesinato al taxista. Recordarán que es cruento, detallado, sin música que realce nada de lo que pasa pues se basta por sí mismo. Nunca llegaron a pasar la película en ese cine pero años más tarde pude verla en televisión. Quedé mudo por varias horas. Con el tiempo vi otros filmes de Kieslowski pero nunca me impresionaron como aquel: los actos atroces y sin sentido que sin embargo no podemos juzgar. Recuerdo -creo recordar- una escena en que Jacek, el joven con rostro extraviado que luego asesina al taxista, mira a través de un vidrio a una niña y le hace muecas para divertirla; un chico como cualquier otro, a quien el tiempo no le ha dejado una marca. Disfruten de ese cineasta impresionante. ¡Saludos!
Gracias Fabián. RK