SEMANA DEL 06 al 13/07 EN CINECLUBES
LA CUMBRE: SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470.
2 y 9 de julio:
NO HAY FUNCIÓN
LA FALDA: RESTAURANTE UGOLINO, 9 DE JULIO 470
10 de julio, a las 20.30hs:
El duelista, de Lee Myung Sae, Corea del sur, 2006.
109 minutos / No recomendada para menores de 13 años
Antes de la película principal se proyectarán los cortometrajes Carne enamorada (1′), de Jan Svankmajer, República Checa, 1988.
Dicen que el título original puede traducirse como “Detective”, y la trama ratifica ese término porque se reconoce en ella los lugares comunes básicos del film noir, incluyendo su sentido trágico y su profundo romanticismo. Las principales diferencias son de contexto -el medioevo coreano- y de género -el detective es una señorita y la femme fatale es un joven melancólico, adecuadamente conocido como “ojos tristes”-. Hay una serie de peripecias que resultan subsidiarias, porque pronto se hace evidente que lo importante será la relación entre estos dos personajes, que se involucran emocionalmente aunque saben que no pueden. Se ha escrito que el realizador ha intentado “redefinir todo el cine de acción con este film” pero, aunque su inventiva formal es desbordante, energética y ciertamente original, la frase es injusta: El duelista no es un film de acción sino un melodrama pasional que se realiza a través de la violencia. Por eso es pertinente que el tono de sus coreografías que vuelva más oscuro a medida que el film avanza, que los primeros encuentros entre los protagonistas sean danzas antes que combates y que las confrontaciones decisivas están filmadas con la intensidad de un acto sexual. (Cátalogo 2007 BAFICI)
VILLA GIARDINO: SALA TEATRO-CINE ALEJANDRO GIARDINO
13 de julio, a las 20.00hs:
Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, Alemania-México, 2007.
131 minutos / No recomendada para menores de 16 años
Antes de la película principal se proyectará el cortometraje La lámpara, de Roman Polanski, Polonia, 1959
La tercera película de Reygadas, ganadora del premio del jurado en Cannes 2007, posee lo mejor de sus dos trabajos precedentes, aunque aquí su aspiración por “esculpir en el tiempo”, la bella definición de Tarkovski sobre el arte cinematográfico, lo lleve a revisitar la obra de Dreyer, en especial La palabra. En efecto, el Cristianismo, una presencia constante en su cine, alcanza aquí una nueva dimensión teológica. El inicio y el cierre, planos secuencia de un amanecer y un atardecer cosmológicos, constituyen una epifanía visual y sonora. Habrá también un pasaje fundamental de una precisión formal admirable, en el que se visualizará el cumplimiento de la promesa por antonomasia del Cristianismo (y prueba de que existe otro orden metafísico). Todo ello en una película sobre un triángulo amoroso en el seno de una comunidad menonita alemana en el norte de Méjico, un melodrama austero y contemporáneo en el que el personaje principal, buen esposo y padre de familia, habrá de lidiar con la ingobernable lógica del deseo, no siempre dispuesto a canalizarse en un solo objeto amoroso. El cielo, la tierra y el cuerpo, los verdaderos protagonistas de esta película magistral. (RK)
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