SEMANA del 08 al 14/06 EN CINECLUBES
LA CUMBRE: SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470
10 de junio, 20.30hs:
Comenzando al atardecer, de Andrew Wagner, EE.UU., 2007
111’ / +13
Cortometraje previo, a las 20.00hs: Tío, de Adam Elliot, Australia, 1996
Cuando una película tiene su origen en una novela suele parafrasear y abreviar, pero si hay algo sobresaliente en la segunda película de Andrew Wagner (Nos dieron el talento), adaptación en colaboración con Fred Parne de la maravillosa novela de Brian Morton, es cuán fiel se mantiene en sus personajes principales: un novelista judío neoyorkino de 70 años (Frank Langella), enfermo y principalmente olvidado; una estudiante (Lauren Ambrose) de unos 25 años, que se siente inspirada por la obra temprana del novelista y que escribe una tesis sobre él; su hija (Lili Taylor), una bailarina cercana a los 40 que quiere tener un bebé, y su viejo novio (Adrian Lester), un profesor universitario que tiene un hijo de un matrimonio anterior y que no desea tener otro niño. Parte del logro de Morton consistía en examinar a los cuatro personajes a través de las perspectivas de los otros tres; Wagner no puede hacer algo así, pero todas las interpretaciones poseen tantos matices que los personajes adquieren múltiples capas en sus personalidades, y no son el tipo de gente que acostumbramos a ver en películas comerciales. (Jonathan Rosenbaum)
VILLA GIARDINO: SALA TEATRO-CINE ALEJANDRO GIARDINO
14 de junio, a las 20.00hs:
Medusa, de Etgar Keret y Shira Geffen, Israel, 2007
78’ / +13
Cortometraje previo, a las 20.00hs: Cuarteto para el fin del mundo, de Alfonso Cuarón, México, 1983
La ópera prima del novelista Etgar Keret, Medusa, película que dirigió y escribió con su esposa, Shira Geffen, obtuvo la Cámara de Oro en Cannes 2007, y fue una de las sorpresas de aquella edición. Desde su inicio, Keret deja en claro que aquí intenta hacer cine y no literatura por otros medios. El segundo y tercer plano del film, ambos planos secuencia elegantes, indican una preocupación formal que habrá de verificarse en toda la trama, que se circunscribe a tres mujeres cuyas vidas van a modificarse tras el contacto con otras tres mujeres: una camarera tendrá que “revisitar” su niñez tras el encuentro con una niña salida del mar; una mujer recién casada aprenderá de una poetisa algo esencial; una mujer sexagenaria podrá superar su hostilidad a toda expresión afectiva en la interacción con su enfermera filipina. No son sus dobles, pero sí agentes de cambios en el tono existencial con el que los tres personajes experimentan sus vidas. Femenina y circunspecta, Medusa es oceánica, no solamente por su título y por situar la historia en Tel Aviv; el mar es aquí una cifra del inconsciente de los personajes, la sustancia líquida que remite a sus fantasías y probablemente un topos de libertad. Sin rabinos ni palestinos, Medusa circunscribe su poética (y su política) a la secreta gramática de la intimidad, aunque Tel Aviv funciona como otro personaje y algunos de sus personajes concretos sean conscientes de pertenecer a la segunda generación después del Holocausto. (Roger Koza)
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