SEMANA DEL 14 AL 20 EN CINECLUBES
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
16 de junio, a las 20.30hs: El Holocausto no es un género de Hollywood
Ser o no ser, de Ernst Lubitsch, EE.UU., 1942
99’ / ATP
Cortometraje: Tío (5’), de Adam Elliot, Australia, 1996
A partir de su propia experiencia con una troupe de actores polacos varados en una Varsovia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, Ernst Lubitsch dirigió esta película de 1942. Es posible que se trate de su logro más exquisito, y es ciertamente una de sus comedias más profundas y emocionalmente complejas, capaz de pasar de la sátira a la comicidad del slapstick y de ahí a un devastador humor negro. Los temas, como su título lo sugiere, son serios y profundos, pero es parte de la estrategia del film –y la estrategia queda en manos de los personajes– jamás reconocerlo abiertamente. Jack Benny, como líder de la troupe, demuestra un talento actoral que nunca más se supo explotar; Carole Lombard, como su esposa infiel, resulta seductora, precisa y graciosa. (Dave Kehr)
VILLA GIARDINO: EN EL TEATRO ALEJANDRO GIARDINO
20 de junio, a las 20.00hs: Kaurismäki en foco
Ariel, de Aki Kaurismäki, Finlandia, 1986
72’ / +13
Mediometraje, a las 19.30hs: El pasaje subterráneo (30’), de Krzysztof Kieslowski, Polonia, 1973
En la segunda película de la trilogía del proletariado, después del cierre de una mina en algún pasaje perdido de Finlandia, un minero abandona su vida provinciana con un poco de dinero a bordo de un descapotable heredado. Su estrategia contra el sinsentido de una monotonía infinita consiste en viajar. No será una travesía sin obstáculos, y Helsinki, además, no habrá de ser precisamente un destino amable y esperanzador. El héroe en cuestión buscará distintos trabajos, venderá su auto, le robarán, se enamorará y dormirá tanto en su auto como en un parador nocturno, incluso en la cárcel. Como en toda película de Kaurismäki, el relato está desprovisto de sentimentalismo y dramatismo, una operación estética cuya función es sintetizar emociones puras en breves gestos, como se puede corroborar en un pasaje en el que (no) se verá un asesinato: una mano no podrá recoger dinero en el piso mientras suena un fragmento musical. Ariel, el nombre de la película, es también el nombre de un barco, vehículo flotante de una esperanza para el protagonista, su mujer y el hijo de ésta. Si llegan o no a ese navío que representa un punto de fuga no es estrictamente lo que importa, pues Kaurismäki está preocupado, entre tangos y riffs rockeros, en construir un retrato amoroso y severo del proletariado finlandés, por lo que es capaz de filmar cariñosamente una fábrica y sus maquinarias en un plano cenital y expresar poéticamente el temple anímico dominante de una clase social cuya única utopía parece limitarse a sostener o encontrar un empleo. (Roger Koza)
Hola Roger, hay un texto muy bueno de Eustache sobre ese film de Lubitsch, está en el libro que editó el BAFICI hace 2 años. Saludos.
Gracias Boris, lo habíoa leído y tengo el libro en casa. Lamentablemente, no puedo subirlo o transcribirlo a la web. Saludos. RK