SEMANA DEL 27/09 AL 3/10 EN CINECLUBES
LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470
29 de septiembre, a las 20.30hs:
Tony Manero, de Pablo Larraín, Chile, 2008
97’ / +16
Cortometraje: Del origen del siglo XXI (16’), de Jean-Luc Godard, 2000
En tiempos de la dictadura de Pinochet, a fines de los ’70, un tal Raúl Peralta, aparentemente un bailarín, cuya alienación y propensión psicótica son contundentes, experimenta sosiego al mimetizarse con Tony Manero, el personaje legendario, interpretado por John Travolta, de la película de John Badham Fiebre de sábado por la noche. Peralta vive en un universo cerrado y totalitario en el que todos los personajes conviven con el delirio y el control estatal. Su comportamiento es indescifrable, pero se explica a partir de los efectos de un régimen político en el psiquismo de un hombre sensible. El sueño de Peralta (un excepcional Alfredo Castro), violento y despiadado, es participar en un concurso de un show televisivo bailando como Travolta. Instancia siniestra y políticamente honesta: si gana o pierde, poco importa. (Roger Koza)
VILLA GIARDINO: EN EL TEATRO ALEJANDRO GIARDINO
3 de octubre, a las 20.00hs:
La ronda de noche, de Peter Greenaway, Holanda-Canadá-Reino Unido-Francia-Polonia, 2007
134’ / +13
Cortometraje: Gauguin (14’), de Alain Resnais, Francia, 1950
No muy lejos del trabajo hermenéutico y deconstructivo que el escritor W.G. Sebald hizo en el primer capítulo de Los anillos de Saturno con La lección de anatomía del Doctor Tulp de Rembrandt, el director de El vientre del arquitecto, Peter Greenaway, se aboca aquí en clave de ficción (un año más tarde realizó un documental) a descifrar una pintura del genial pintor holandés, La ronda de noche. La historia detrás del cuadro, o aquello que se insinúa en la pintura misma, no es otra cosa que una conspiración entre quienes están representados en el lienzo: algunas familias ricas y miembros castrenses de la Holanda del siglo XVII, en donde las mujeres “pueden fumar, escribir, cartearse con Descartes, llevar anteojos, insultar al Papa y dar el pecho a sus hijos”. No es exactamente un biopic sobre el pintor, aunque, más allá de la trama política y detectivesca implícita en la lectura de Greenaway, el film permite saber algo sobre la intensa vida amorosa de Rembrandt y la distancia de clase respecto de sus clientes. Greenaway parece entender perfectamente el concepto de luz del pintor y consigue traducir en imágenes en movimiento la estética de Rembrandt. El claroscuro predomina en la puesta en escena, y el tratamiento del espacio explicita literalmente la esencia bidimensional de la pintura (y del cine). En ese sentido, la predominancia de travellings laterales acentúa una experiencia visual en la que el encuadre deviene en cuadro de pintura (en movimiento) mientras que algunos travellings hacia adelante o hacia atrás parecen reproducir el acercamiento o distanciamiento de cualquier observador ante una pintura. La obra menos esotérica de Greenaway, quizás la más accesible, es la película de un pintor que sustituye su pincel por una cámara. (RK)
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