SEMANA MUNDIAL DE LA CINEFILIA 2024: CAMINOS POCO TRANSITADOS
Fue un neologismo en el sigilo pasado para describir una forma intensa de relacionarse con el cine. La palabra “cinefilia” ya no despierta, en el uso corriente del término, mayores controversias, pero los que se sienten cinéfilos viven en hermosas disputas y constantes polémicas. En ocasiones, son estéticas, a veces trascienden las cuestiones ligadas al canon cinematográfico y a la preferencia en cuanto a cineastas.
El comité de redacción de la revista de cine impresa La Vida Útil organiza la Semana Mundial de la Cinefilia. Este año se celebra su quinta edición. Lo que sucede en esa semana no es exactamente lo que proponen los festivales de cine, ni tampoco los cineclubes. La organización de la programación prescinde de competencias. Las películas, mayoritariamente, pertenecen al siglo XX, y a una época fotográfica del cine, lo que no significa la ausencia de títulos recientes: An Evening Song (For Three Voices) de Graham Swon se estrenó el año pasado en FidMarseille, y es una maravilla.
Este año hay para todos los gustos: cine de género, experimental, clásico y moderno, e incluso posmoderno, si es que este término tiene sentido. Hay una retrospectiva dedicada a Carlos Schlieper y organizada junto con el Museo del Cine que es un punto altísimo de la programación. Como siempre hay invitados, incluso internacionales. Las conferencias que dictará durante tres días consecutivos David Oubiña deberían ser obligatorias para estudiantes de cine, críticos y cinéfilos por igual. La conferencia inaugural estará a cargo de José Miccio, crítico de cine marplatense que demuestra en su prosa que un crítico puede ser un escritor, y que él está entre los mejores.
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Roger Koza: Se cumple la quinta edición, ¿qué es exactamente la Semana Mundial de la Cinefilia? Es evidente que no es un festival, tampoco una programación de un cineclub expandida.
Ramiro Sonzini: La gran diferencia con un festival de cine típico es que el foco no está puesto en quienes hacen las películas, sino en quien las ama profundamente como espectador; el protagonista no es el director sino el cinéfilo, que dedica su vida a compartir películas con los demás. Otra diferencia importante es que no nos interesa para nada el concepto de “premiere” (que es la moneda de cambio de los festivales): lo que nos interesa es poner en valor el pensamiento y el entusiasmo alrededor del cine, que vemos presente más en la cinefilia cómo práctica amateur que en los canales institucionales de circulación (como la crítica, la academia o la programación). Otra diferencia es que el criterio de selección es tremendamente descentralizado. Desde La Vida Útil elegimos la mitad del programa, el resto lo deciden los invitados. En ese sentido la diagramación editorial de cada año es necesariamente abierta, más un punto de partida que una conclusión. Como un descubridor de vocaciones y pasiones enterradas.
Hay tres programas focalizados en cine argentino en los que se puede apreciar la historia del cine argentino y su riqueza expresiva. ¿Qué puede descubrir un espectador en los programas curados por Fernando Martín Peña, Leandro Listorti y Paula Félix-Didier?
Hace tres ediciones que, junto al Museo del Cine, armamos programas con películas del período clásico argentino. Nosotros sugerimos algún cineasta y el Museo arma un programa en base a lo que existe en su acervo. Esto hace que la selección se salga de lo habitual, ya que no siempre lo canónico está en condiciones de ser proyectado. En el caso de Carlos Schlieper, el cineasta en foco este año, lo que se suele pasar son sus comedias —de las cuales veremos algunas—, pero el Museo en cambio nos propuso dos rarezas que no se suelen tener en cuenta cuando se piensa en su obra: Los ojos llenos de lágrimas y Cuatro corazones. Este tipo de sorpresas es lo que vuelven al evento un espacio ideal para descubrir zonas inexploradas del cine argentino. El caso de Listorti va por ese mismo lado, acaso profundizando la sorpresa. Su programa parece querer invitarnos a descubrir los tesoros con los que puede encontrarse un archivista en su trabajo. Se trata de outtakes, películas institucionales y piezas olvidadas. Cualquiera que haya visto su trabajo como cineasta puede comprender un poco por dónde va su interés. Será como ver ese proceso de montaje de sus películas de una forma más “viva”. Peña trae tres películas de las cuales no sabemos absolutamente nada y solo los que vayan a la función se podrán enterar de qué se trata. El secreto no puede ser revelado a nadie que se encuentre fuera de la sala. Así que no podemos decir mucho, excepto que será algo inolvidable.
Los invitados internacionales no faltan. ¿Qué puede decir de las películas seleccionadas por quienes son responsables de la Cinemateca de Porto Alegre? Es un punto clave en esta edición.
Leonardo Bomfim y Juliana Costa son una parte esencial de la cinefilia de Porto Alegre. La consigna para armar su programa fue “el fin y el principio” y eligieron dos películas que señalan el comienzo de “los años de plomo”, la fase más violenta de la Dictadura Brasileña (Compasso de Espera) y las primeras elecciones —todavía indirectas— de la redemocratización (Filme Demência). El principio de la democracia pero también el fin de la dictadura, marcado por una profunda crisis económica que puede establecer un paralelo con la situación actual argentina. Ambas películas tienen a personajes rondando la ciudad, compartiendo la crisis con ella. También fueron dos cineastas muy cinéfilos y que, según Bomfim, si estuvieran vivos hubieran amado formar parte de la Semana de la Cinefilia.
Miccio insiste con el cine italiano en su época más irreverente. Al mismo tiempo, Verónica Baladuzzi elige dos cineastas mujeres cuyas películas pertenecen a tradiciones inconmensurables respecto de las elegidas por el crítico. ¿Qué secreto encierra que en una misma edición puedan coexistir coherentemente una película de Yuliya Solntseva con otra de Lucio Fulci?
No hay más secretos que la confianza absoluta en las elecciones de nuestros invitados. Este tipo de programación heterogénea y expansiva forma parte del espíritu del evento y es, creemos, lo que lo vuelve particular. En el caso de Verónica Balduzzi (como en el de Leandro Listorti y Leonardo Bomfim y Juliana Costa) la única indicación fue la del tópico “el fin y el principio”, el marco rector que lleva esa sección este año. Entender las posibles conexiones entre, por ejemplo, Misselwitz y Solntseva, es un poco el objetivo final de toda la semana. La mejor manera que encontramos de producir un diálogo colectivo alrededor de las películas es invitando a los programadores a que elijan películas tratando de generar relaciones poco convencionales. Después, en el recorrido diario de toda la programación irán apareciendo otros vínculos insospechados, ciertos vasos comunicantes sin que nadie los haya propuesto. Estos quizá revelen que en cada una de las elecciones hay una respuesta a la coyuntura del país, a un ánimo o sensibilidad en común que las películas vienen a poner en foco.
Es probable que la publicación de Caligrafía de la imagen de David Oubiña los haya animado a invitar a su autor a referirse a la escritura y el discurso cinematográfico. ¿De qué tratan las tres jornadas a su cargo?
Es real que su último libro fue el punto de partida para invitar a Oubiña a la semana: su trabajo nos deslumbró por su erudición y su capacidad de síntesis. Lo leímos como si fuera una novela de aventuras. En cierto punto lo es: cuenta el ascenso ¿y la caída? de la política de los autores. Pero luego, mientras pensábamos con él qué forma darle a su participación, nos pareció más interesante que cada una de las tres charlas se focalice en distintos libros que ha estado escribiendo a lo largo de su carrera: uno de los primeros: Filmología, el último: Caligrafía de la imagen y uno aún en proceso de escritura. Cada uno con sus particularidades nos permitirá explorar la complejidad del proceso de creación de un libro y al mismo tiempo ir conociendo cómo se asientan y varían en el tiempo los intereses del autor.
Los fundadores de la revista Taipéi presentan otro libro sobre un género peculiar nacido del crepuscular cine independiente de Estados Unidos. ¿Qué es exactamente el mumblecore?
Que no sea sencillo responder a esta pregunta en parte es el motivo por el cual Taipéi dedicó un libro a esta escena cinematográfica surgida a mediados de la primera década del 2000 en los Estados Unidos. Un grupo de cineastas con intereses y problemáticas en común que sin embargo nunca se conformaron como colectivo orgánicamente y que de manera absolutamente independiente aportaron una nota de frescura al anquilosado panorama del cine independiente norteamericano. Pero el libro de Taipéi es mucho más que un libro sobre mumblecore, es un ejemplo de cómo practicar la crítica de cine honrando la importancia de la investigación, de la contextualización histórica y de la conciencia del punto de vista desde donde se escribe. El libro de Taipéi nos propone desde el mumblecore una mirada sobre el cine contemporáneo en general que es absolutamente refrescante y reveladora.
*Publicado en La Voz del Interior en el mes de febrero 2024.
Roger Koza / Copyleft 2024
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