TAN CERCA COMO PUEDA

TAN CERCA COMO PUEDA

por - Críticas
27 Jun, 2014 10:57 | Sin comentarios

UN HOMBRE Y UN DOLOR

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Por Marcela Gamberini

La idea del viaje se instala desde el comienzo. Un hombre vuelve; vuelve de todo, vuelve a su lugar, deja unas hijas, una ex mujer, un retazo de su historia, un par de deudas. El hombre presionado, sufre dolores de espalda. Su pasado y su presente se instalan en la espalda, entre los hombros, justo abajo del cuello. Su cuerpo es un cuerpo denso y pesado, necesita descanso, las demandas son constantes, severas algunas, ligeras otras, pero pesan. Todos sabemos del peso específico de las demandas sociales, familiares, laborales. El cuerpo se resiente, el alma se encoge, la mirada se pierde. El cansancio, la soledad, la conflictiva relación con el dinero, hacen de Daniel un cuerpo denso, pesado. Los perros, constantes, palpables, lo acompañan en su silencio. Busca refugio en la religión que es una tele con una cruz arriba; la religión es en este caso –y en muchos otros también- sólo una cuestión de encuadre.

Tan cerca como pueda, Eduardo Crespo, Argentina, 2013

La primera parte de la película se juega en primero planos que exhalan afección, sus lentes angulares marcan el juego que se establece entre la cercanía y la distancia. Tan cerca como pueda es “tan cerca como pueda” de los personajes y también “tan cerca como pueda” entre los personajes. La cámara muestra una estrecha cercanía con sus criaturas, se hace autoconsciente, en los reflejos de la luz sobre las lentes. Eduardo Crespo filma distancias y cercanías, reflejos en cristales, luces en vidrios, miradas, gestos mínimos. Crespo filma la verdad, dolorosa e inasible, que se esconde en las grietas, en las rendijas de la realidad cotidiana, en los sonidos ambientes. Con un travelling, lento e insistente, Crespo arma el relato de la infancia y de la adolescencia sin palabras, sólo los objetos hablan: los juguetes, la guitarra, la batería tapada, los dvds, un álbum de The Clash, un robot, una remera que denodadamente grita “el otro yo” y un cubo mágico, que se arma y desarma, como la vida, combinado fragmentos, colores, sentidos.

Los perros y los chicos son un oasis en la desarmada- como el cubo- vida de Daniel, el protagonista. Las secuencias filmadas con los chicos hacen que la película y con ella Daniel, respiren un poco de inocencia, un poco de liviandad. Incluso la decisión de Crespo de detener unos segundos las imágenes sobre la niña en la secuencia del auto dan alivio al espectador y al mismo protagonista.

El tiempo no se detiene y Daniel necesita anteojos para la presbicia, signo inequívoco de su paso. La música es importante en el armado del relato, ese Sobreviviré que bailan los chicos, con torpeza, copiando a la maestra; el baile del final, el momento de indecisa seducción de Daniel hacia la maestra, son los instantes en los que el relato se prende, luminoso y cálido, humano y cercano. Son los instantes en los que el protagonista, ese Daniel dolorido, callado y pensante; se reconcilia con su historia, con sus experiencias, con su familia; al menos por un momento. La imagen final de la anciana es la imagen que Crespo elije para cerrar su relato, como si fuera el ciclo de la vida.

Entre Ríos es una ciudad amable en el retrato de sus directores; Iván Fund, Eduardo Crespo, Maximiliano Schonfeld (incluso Celina Murga). Los tres primeros trabajan en conjunto, retroalimentándose, en diferentes funciones en cada una de las películas que dirigen. Todos (incluso Murga) tienen un registro similar que oscila entre la observación que registra directamente la realidad y una concepción estética que hace hincapié en el encuadre, en sus luces y sus sombras, sus marcos, sus ventanas. Sus ritmos narrativos son tranquilos, pausados, silenciosos como el de los pueblos del interior.

Tan cerca como pueda es una opera prima que promete, sugiere y nos hace avizorar para Eduardo Crespo un futuro luminoso.

Marcela Gamberini / Copyleft 2014