TANGERINE (02)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
El SEXO DE LOS ÁNGELES
Tangerine, EE.UU., 2015
Dirigida por Sean Baker. Escrita por S. Baker y Cris Bergoch.
*** Hay que verla
Una de las pocas auténticas películas independientes que llegan desde el país de Sundance
El argumento es tan simple como esto: Sin Dee Rella se entera que Chester, uno de los tantos proxenetas que regentean a las prostitutas y las travestis en ciertas zonas del bulevar Santa Mónica de Los Ángeles, se fue con una de sus mujeres. Aparentemente, su cafishio le había prometido matrimonio o al menos exclusividad afectiva. Sin Dee Rella estaba ilusionada, hasta que su compañera de calle y amiga Alexandra se lo cuenta. La joven travesti enloquece y empieza a buscar frenéticamente a su enamorado. Es Nochebuena, pero eso no impide que los clientes deambulen por la vía pública y busquen satisfacerse previo a la llegada de Santa Claus.
Hay una segunda trama en Tangerine que está relacionada con un taxista armenio que, si bien está casado con una mujer hermosa y tiene una hija pequeña a la que quiere, le tienta cada tanto tomarse un desvío erótico con las chicas que vienen con sorpresa. Una de las escenas más extraordinarias de la película de Sean Baker consiste en una felación que tiene lugar en un lavadero de autos. El ingenio de la secuencia sintetiza la totalidad del film: un ostensible cariño por los personajes, una gran delicadeza para representar el erotismo, un formidable sentido de la interacción entre formas y colores y una comicidad latente alejada de la chabacanería. La escena es narrativa y formalmente prodigiosa.
Es evidente que la película de Sean Baker debe ser el film navideño más iconoclasta entre los suyos, aunque el amor por los personajes no es menos cristiano que el que profesa un feligrés convencido. La ligereza del film y su ritmo vertiginoso no se desentienden de una discreta desolación que acecha a los personajes. La hermosa escena final en una lavandería es otro de sus grandes momentos. Ahí despunta la soledad y también la dignidad de los personajes.
El otro indiscutible mérito de Tangerine consiste en que fue rodada con un iPhone 5s. El film luce resplandeciente, sus encuadres majestuosos y los movimientos frenéticos de los travellings que van de atrás hacia delante parecen en sintonía con la marcha de quienes transitan en la vía pública. Miles de usuarios pueden filmar con sus teléfonos, solo unos pocos pueden hacer cine. Baker es un auténtico cineasta.
Pequeña proeza Tangerine, y no por su promocionada condición tecnológica de realización. La virtud no es solo tecnológica, ni se agota en su potencia formal, pues la imponente tonalidad cromática del film es imposible de ignorar, tanto como los innovadores registros para seguir los desplazamientos de los personajes por la calle. Pero el triunfo del film es otro: conjurar la sordidez propia del contexto elegido y encontrar allí el fulgor de un humanismo desconocido.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de abril 2016
* Leer aquí entrevista con Sean Baker
Roger Koza / Copyleft 2016
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