TEMPORADA DE CAZA
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Escrita y dirigida por Natalia Garagiola
*** Hay ver verla
Contundente y promisorio debut de una joven directora.
La contundencia de los hábitos prodiga la superstición de que todo tiene un orden y que las acciones se encaminan hacia algún lado. A muy temprana edad arranca el adoctrinamiento del calendario y los horarios escolares; llegada la adolescencia ya se ha aprendido una forma de estar en el tiempo y un modo de proyectarse en él. Una muerte temprana borra sin aviso, al menos por un rato, el hechizo. Es lo que intuye Nahuel ante la muerte de su madre. El orden de su mundo es frágil.
La notable escena de inicio suministra los signos de este clásico drama filial. La violencia expresada por Nahuel en un partido estudiantil de rugby amateur cifra su desesperación espiritual, como también su bienestar material. Todo alude a un círculo de pertenencia, insuficiente, no obstante, para contenerlo. El comprensivo padrastro no apelará al castigo frente a la amonestación de la institución educativa y alentará a que el joven vaya a la Patagonia para conocer a su padre biológico.
Al clasicismo de Temporada de caza le basta para administrar su suspenso narrativo el silencioso estudio que define la reconstrucción vincular que emprenden padre e hijo. La biología no es una cultura, y el amor dista de ser un imperativo genético, de tal modo que un encuentro de esta índole tiene la paradójica singularidad de intensificar tanto la pertenencia como la extrañeza. Esa dialéctica entre lo lejano y lo cercano se aprovecha al máximo. Los abundantes planos generales refuerzan la distancia y sugieren también incomodidad.
A este duelo de reconocimiento, atravesado por un primitivo mundo de cazadores en el que los hombres y las mujeres parecen tener un lugar ya asignado e inamovible, Natalia Garagiola le añade algunas observaciones al paso que denotan precisión sociológica y astucia narrativa. Los jóvenes de la Patagonia son muy distintos a los de Buenos Aires, no solo por las inclemencias del tiempo, sino también por los orígenes sociales que reúne la región, lo que también suma una diferencia no verbalizada sobre las razones por las cuales la madre y el padre de Nahuel no persistieron juntos. Un buen cineasta sugiere y prefiere la elegancia del indicio.
El frío no se puede filmar, sí sus efectos sobre los cuerpos y los paisajes. La muerte no se puede filmar, sí sus consecuencias en los vivos. Un cineasta es un cazador que emprende un viaje. En él observa los detalles sin dejar de atender al conjunto, hasta quedar frente a frente con su presa. A Garagiola no le tiembla el pulso a la hora de transitar un territorio de hombres; aquí, siguió las huellas del “animal” hasta descubrir que el amor es menos frío que la muerte.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de septiembre 2017
Roger Koza / Copyleft 2017
Me gustó el texto, sin haber visto el film, me dió la sensación de que la crítica de algún modo se emparenta con la obra. Ahora tengo ganas de ver la peli (más de las que ya tenía).
Estimado Facu: muchas gracias; sus palabras son estimulantes; espero que le guste el film. Saludos. R
Vengo de ver la pelicula y lei su reseña.Me encanto la pelicula,hay belleza en una trama donde se cuentan relaciones tan delicadas como la de un padre y un hijo,con suspenso ,en un marco natural y valiendose de expersivos silencios.Tambien me parecio bella su critica,invita a ver la obra.