TÓTEM
DESTINO COMÚN
El precio de una vida consciente es saber que algún día inesperado la conciencia se apagará. Quien piensa no estará presente en el momento exacto en que los ojos se cierren. ¿Será la plácida incursión en un sueño sin fin? Las especulaciones son vastas y poco confiables. La evidencia es indesmentible: la vida abandona el cuerpo y es el fin del pensamiento. Que un adulto piense sobre algo así es lógico. También lo es que un niño pueda ocasionalmente intuir ese abismo, lo que no significa que esté preparado para pensar la muerte y sentirla cerca. Este es el tema de Tótem, la extraordinaria película de Lila Avilés.
La protagonista es una niña llamada Sol. Su papá está muy enfermo, y por tal razón no siempre puede verlo. Toda la familia se prepara para el cumpleaños de Tonatiuh, el papá. El moribundo hará su esfuerzo. Los amigos, los familiares y su hija esperan por él. Festejar pase lo que pase, festejar porque tal vez no se repetirá la ocasión. Tótem se circunscribe a los preparativos y la fiesta, prioriza las acciones en la casa, donde reposa el padre al cuidado de una enfermera, mismo lugar donde tendrá lugar la celebración. Tiempo y espacios precisos, suficientes para desplegar en este microcosmos signado por los lazos de sangre un retrato de una clase y un aprendizaje que excede tal pertenencia: ¿cómo esperar la muerte de un ser querido? ¿Cómo adaptarse a lo que viene después?
En la película precedente de Avilés, La camarista, la cineasta había elegido planos medios y generales para seguir las tareas de una mucama de un hotel. La noción de espacio era sustantiva en esa ópera prima promisoria; la distancia, una opción premeditada para mirar a la protagonista. En Tótem, el ángulo de cámara suele cerrarse en relación con lo que observa la niña en la casa familiar. El punto de vista se mantiene a rajatabla en consonancia con la experiencia subjetiva de Sol. El primer plano y el plano medio constituyen la sintaxis de la película. La cercanía define la experiencia visual.
Que la muerte tiña la trama no conlleva que predominen escenas plañideras. La muerte en la cultura mexicana no es un fenómeno signado por la desolación y la tristeza. Hay varios segmentos hilarantes en los que despunta lo absurdo. Sin burlarse, la llegada de una curandera con sus técnicas de limpieza espiritual provoca risa, al igual que los ocasionales apuntes mordaces del abuelo psicoanalista, entre otros pasajes cómicos, matizan el drama y alivianan la angustia imperante. Poco tienen de oportunistas esas incursiones en el humor; revelan una idiosincrasia, descubren una mirada de clase.
Existe otro tipo de escenas que pueden parecer de relleno o concebidas para la distención, como aquella en la que un historiador vierte algunas palabras sobre las creencias más ancestrales de los mexicanos. Pero lo que explica añade un matiz pertinente al relato y contrasta por su fundamento con una escena precedente en la que toda la familia realiza una meditación cuántica. Lo mismo puede decirse de la presencia de animales en el entorno de la niña. La abeja, el escorpión, la mantis religiosa, las hormigas, los caracoles, el loro, los perros, el gato son criaturas vivas que materializan el fenómeno de la vida sin el don y la maldición de la conciencia: no saben que morirán, existen, perduran, se reproducen.
Desde los inicios, el cine ha acopiado innumerables escenas de personas muriendo, más allá de que la experiencia en sí de la muerte resulta infilmable. El contracampo absoluto de existir es lo imposible de registrar. Cuando la conciencia se apaga, la cámara deja de funcionar. El resto es fantasía y aprendizaje, eso que Avilés conquista fotograma tras fotograma a medida que plasma la comprensión prematura de Sol ante la inminente muerte de su padre.
Tótem, México, 2023.
Escrita y dirigida por Lila Avilés.
*Publicada en La Voz del Interior en el mes de marzo.
Roger Koza / Copyleft 2024
Pude ver esta magnífica película. Me ha conmovido hasta lo mas profundo…No tengo palabras para transmitir lo que me ha hecho sentir. Soy un tipo ya grande, que todo lo que pasa en la ficción a uno, a lo largo de la vida, le ha tocado vivir. No puedo agregar nada mas. Pocas veces el cine me ha emocionado tanto..
Qué bien. R