TRANSCINEMA 2013 (03): DOS METROS DE ESTA TIERRA
Por Jorge García
La casi inexistente cinematografía palestina produjo sólo dos películas en el año 2012, una de ellas este film dirigido por un realizador nacido en España y ese dato es muy significativo por lo valiosa e interesante que es la obra.
DOS METROS DE ESTA TIERRA, Metran men hada al-turab, Palestina 2012, dirigida por Ahmad Natche.
Rodado en un espacio muy acotado de la ciudad de Ramala –las inmediaciones de un teatro en el que se va a realizar un festival de música popular- al que se agregan unos pocos interiores, la película transcurre en los momentos previos del evento, aunque lejos está de ser un documental sobre su preparación. Con muy pocos movimientos de cámara y abundancia de planos fijos, el director muestra a una serie de personajes, varios en diálogos aparentemente banales e intrascendentes, alguno recordando su vida como refugiado durante la ocupación israelí, elemento este que aparece casi permanentemente fuera de campo en una deliberada elusión. En esa aparente tranquilidad de una tarde de verano los personajes discurren sin referirse, salvo ocasionalmente, a la situación que viven.
El director, en alguna entrevista, se refirió al film como un intento de reflejar la vida cotidiana de los palestinos. Como, sin embargo, siempre es preferible creerle a las imágenes que filma un realizador que a sus declaraciones, hay elementos, de los que mencionaré algunos, que transforman a la película en marcadamente política: 1) el tipo de puesta en escena elegida en lo que hace al espacio y los encuadres trasmite una inocultable sensación de encierro de los personajes; 2) en la primera secuencia dialogan uno de los organizadores del festival y una periodista francesa, discuten acerca de algunas fotos que deben utilizar y la mayoría de esas imágenes tomadas en ocasión de la Guerra de los Seis Días muestran a jovencísimos protagonistas empuñando sus fusiles para enfrentar al invasor, algo que contrasta con la actitud actual de los jóvenes que aparecen en el film, poco preocupados por la situación política y social: 3) en un momento dado, un muchacho le recita a su compañera frente a la tumba de Mahmud Drawich –el poeta palestino más importante-un fragmento de un poema en el que se hace referencia al escueto fragmento de tierra que da título a la película y que elípticamente refiere a la situación del país; 4) El plano final muestra a la distancia la ciudad de Jerusalem a la que –a pesar de estar a solo diez kilómetros del lugar- a los palestinos no se les permite acceder, según señala en un momento uno de los personajes del film. Una película que muestra a Natche como un promisorio director, definitivamente a seguir.
Jorge García / Copyleft 2013
Puede ser un estereotipo, pero uno escucha la palabra palestino y piensa enseguida en guerras, sufrimientos, matanzas y otras cosas desagradables. Sin embargo, esta película, contribuye de muy buen modo a romper con estos prejuicios. La capacidad del director para transmitir un clima amable, una convivencia armoniosa entre los miembros de este pueblo, es destacable. Se ve a los personajes cumpliendo sus roles sin crispaciones ni peleas. Natche se las ingenia para transmitir una imagen compleja y a la vez querible de un pueblo que la mayoría de las veces es noticia por sus angustias. Gran parte del secreto, está en los diálogos cuidados, que tienen como uno de sus principales atractivos, la sorpresa y el interés que demuestra cada interlocutor, por lo que dice o cuenta el otro, su avidez por conocer las experiencias de vida del prójimo. Todos filmados sin recurrir al plano y contraplano.
El destacado papel de las mujeres, se pone en evidencia desde la primera secuencia, no con discursos altisonantes, sino con su presencia en variados roles laborales. Desde la conductora de TV, que busca fotos para su programa, hasta la estudiante de periodismo, que trata de captar testimonios del evento, pasando por las bailarinas, son muchas las mujeres que asumen roles activos. El machismo atribuido con insistencia a los árabes de todas las nacionalidades, no parece existir entre los palestinos, al menos entre los integrantes de una clase media intelectual como la que se retrata en el filme.
Los planos filmados en exteriores son otro punto fuerte del filme. Un viento omnipresente, que acaricia los rostros, el cabello y la indumentaria de las chicas y muchachos que esperan pacientes por los ensayos de la danza y el comienzo del festival, es retratado en morosos planos medios fijos, y hace de esta simple experiencia un evento lleno de gozo.
La historia de este sufrido pueblo, no está ausente en el filme, pero Natche muestra su talento al retratar las escenas alusivas, con originalidad. Desde el comienzo mismo de la película, el tema de la guerra está presente, cuando una sucesión de fotos en blanco y negro, de palestinos en uniforme, hombres y mujeres, va haciendo emerger el pasado. Luego, el testimonio de la mujer mayor, que relata con resignación pero sin gestos melodramáticos, las pesadillas por las que tuvo que pasar desde su primera infancia. También cuando algunos jóvenes recuerdan la dificultad que imponen los israelíes para moverse, haciendo de Ramala y otras ciudades palestinas, verdaderos guetos.
(Versión en inglés del comentario anterior)
A brilliant portrait of daily life in Palestine today
It may be a stereotype, but one hears the word Palestinian, immediately think wars, suffering, killings and other nasty things. However, this film contributes very good way to break these prejudices. The director’s ability to convey a friendly atmosphere, a harmonious coexistence between members of this people, is remarkable. He sees the characters fulfilling their roles without twitching or fighting. Natche manages to convey a complex yet lovable of a people most of the time in the news for his troubles. Much of the secret is in dialogs care, which have as one of its main attractions, surprise and interest that shows each partner, for what it says other, their eagerness to learn the life experiences of others. The prominent role of women, evidenced from the first sequence, not with lofty speeches, but their presence in various job roles. From the TV host, who seeks photos for your program, to the journalism student who tries to capture evidence of the event, through the dancers, many women who take active roles. The exterior shots filmed in is another strong point of the film. A ubiquitous wind, caressing the faces, hair and clothing of girls and boys waiting patients for trials of dance and the beginning of the festival, is portrayed in delinquent fixed medium shots, and makes this simple experience an event filled with joy. The history of this suffering people is not absent in the film, but Natche shows his talent to portray the scenes allusive, with originality. From the very beginning of the film, the theme of war is present, when a succession of black and white photos of Palestinians in uniform, men and women, is bringing forth the past. Then, the testimony of the woman, who relates with resignation but not melodramatic gestures, nightmares why you had to spend from earliest childhood. Also when some young people remember the difficulty imposed by the Israelis to move, making Ramallah and other Palestinian cities, true ghettos.
Y aquí el blog de la película, donde pueden encontrarse otras reseñas:
http://dosmetros.wordpress.com/
Muchas gracias a los dos Jorges por sus atentos comentarios sobre mi película, y al blog que los auspicia; es un enorme privilegio. Tan solo puntualizar que, mucho me temo (pues creo haberlo comprobado con rigor), «Metran men hada al-turab» es el ÚNICO largometraje de ficción (o al menos el único film de larga duración concebido con actores) propiamente palestino estrenado en 2012; es decir, filmado dentro de los territorios bajo autonomía palestina y producido mediante recursos y equipo técnico principalmente locales, aunque por circunstancias de infraestructura y presupuesto hubiera que completar la post-producción a través de una campaña de «crowdfunding» por internet y en estudios de Madrid.
Saludos.
muy interesante todo lo escrito al respecto de esta película.
aporto que en este ùltimo bafici se presentó «A world not ours», un documental hecho con videos caseros que recorren la vida (al modo de Papirosen, de Tarnation) de una familia en un campo de refugiados palestino en el Líbano.
y «5 broken cameras», de Emad Burnt, de palestina. otro documental. retrata cómo el director se ve «forzado» a convertirse en tal cuando se construye el muro sobre sus territorios y él siente que debe filmar eso. el título remite a las 5 cámaras que le destruye el ejército israelí en distintos episodios.
excelentes las dos, la 1ra con algo más de humor (ahí sí, más cercana a algún q otro momento de Papirosen) y la segunda más cruda.
abz