TRES (FORMAS) DOCUMENTALES
Notas sobre/hacia lo documental (II)
por Nicolás Prividera
Tres documentales recientes trazan menos una tipología (siempre abierta) que un recorrido posible (no lineal o unívoco, sino dialéctico y reversible):
1. Ser y tener (Philibert, 2003): La prueba de que el registro “observacional” no significa neutralidad. No existe “la mosca en la pared” ni el punto de vista de Dios (no hay mirada exterior ni omnisciente). El director siempre toma partido. En este caso, por la didáctica y la maestría, sin necesidad de subrayados (como el maestro del film, cuyo punto de vista la película replica). Este pequeño film es un elogio de la transparencia, pero sin ingenuidad alguna: nos dice lo que el cine debiera aspirar a ser (aunque no necesariamente pueda lograrlo).
2. Santiago (Salles, 2007): Una elegía sobre la transparencia perdida. El documental se interroga sobre sus condiciones de producción. Si este film no existiera, habría que inventarlo… para oponerlo a films que pregonan “la libertad” sobre una oclusión: la de una relación asimétrica con su sujeto (tomado como objeto). Este film notable piensa la compleja y no lineal relación con el otro, es decir: el cine como límite del humanismo.
3. La salvaje lejanía azul (Herzog, 2005): Un sencillo juego barroco para repensar la (in)diferencia entre ficción y documental. Ni la documentalización de la ficción ni la ficcionalización del documental, sino un documental sobre la ficción (un Fake que muestra las cartas). Pero Herzog consigue que no sea un ejercicio retórico, sino –por el contrario- un film entrañable que recupera una mirada transparente, aunque jamás cándida o inocente.
FOTO: Ser y tener
Nicolás Prividra / Copyleft 2010
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