UN HOMBRE QUE ESCRIBE

UN HOMBRE QUE ESCRIBE

por - Críticas
10 Sep, 2024 08:55 | Sin comentarios
Película breve y poderosa sobre un escritor que amó la palabra.

HECHO DE PALABRAS

Es el género del momento, se practica en todos lados. En la crepuscular televisión, en los saturados canales de streaming, en el vistoso Instagram e incluso en las viejas emisoras de radio, la entrevista se impone como principal vehículo de comunicación. Alguien pregunta, otro responde; curiosa predilección sobre una modalidad de la conversación inscripta en la oralidad, dominio que hoy resguarda mejor la promesa que los hablantes pueden aún sentir cuando se disponen a conversar. Hablar con alguien, hacerle preguntas, es un camino de conocimiento. Pero ¿cómo filmar a los dialogantes? ¿Cómo prescindir y tomar distancia de la entrevista, que emplea imágenes y sonidos, pero no por eso garantiza el idioma del cine?

Liliana Paolinelli prefirió la concentración. Eligió un plano medio, apenas distante, y no lo sustituyó por ningún otro ángulo o escala; desechó la variación de perspectiva, como si la propia cámara fuera la perspectiva de una alumna que asiste a una conversación entre escritores. El respiro de ese registro fijo en que el movimiento de Abelardo Castillo es la única acción física en el plano lo fabricó con rápidas intermitencias que revisan muy de cerca pasajes de libros y revistas del escritor. Nadie las lee, excepto el espectador, hasta donde puede. La selección de esos textos fueron en un primer momento fruto del azar. En el montaje, los ojos de Paolinelli y los de su eximia montajista Lorena Moriconi pudieron reconocer la benevolencia del azar. En reiteradas ocasiones, las hojas filmadas hablan sobre la lluvia. Inesperadamente, la película descubre a un escritor que celebra con decoro literario la existencia de un fenómeno atmosférico notable. A Castillo le asombra lo que sucede cuando se escribe sobre la lluvia.

Quienes entrevistan permanecen en fuera de campo. Son dos mujeres notables: María Moreno y Mayra Leciñana; la primera, escritora, la segunda, filósofa. Si bien el conocimiento mutuo es dispar, es difícil percibirlo porque Castillo luce dispuesto a responder sin rodeos; que no estén en el cuadro minimiza el quién de la pregunta y las unifica en un espejo femenino en que el entrevistado casi parece haberse entregado al soliloquio. Las escritoras envían un primer estímulo y él se enlaza con la confianza y la desinhibición que un hombre lúcido puede haber conquistado con el tiempo. Castillo nunca presume de enciclopedismo, pero su fértil y vigorosa memoria cita con pertinencia. Puede referirse a Kierkegaard para desublimar la idea de originalidad, recordar un verso de Lorca insuperable para explicar su abandono del género poético. Sus lecturas no pertenecen a un coleccionista de ideas. El diletantismo es una figura del espíritu que define por contraste un ejercicio que marcó sus trabajos y sus días.

Los temas de Castillo no son exclusivamente literarios. El escritor puede revelar el método con el que dejó de beber, esbozar una pedagogía sui generis que emplea en sus talleres literarios, detenerse en la relación entre lo político y el universo literario e incluso justificar su desinterés por viajar a cualquier confín del mundo citando al responsable de la Crítica de la razón pura. Kant nunca fue más lejos que once kilómetros de su casa. Ese pasaje que parece anecdótico y gracioso es mucho más que una nota de color. Castillo está convencido que dejar su escritorio constituye una distracción, y leyendo, además, se puede viajar a cualquier rincón del mundo. Hay en esa confesión idiosincrásica la exposición de un modelo de escritor. Están los escritores de lo inmóvil y lo doméstico, están aquellos que sienten el llamado de lo distante y lo extranjero. Kafka y Castillo, por un lado, Walser y Sebald, por el otro.

Los hallazgos no faltan en Un hombre que escribe. Cuando se mencionan las revistas en las que se involucró Castillo, se puede leer una breve invectiva de Ricardo Piglia sobre el cuento, al que califica de “género reaccionario”. Un poco después, Moreno reivindica los cuentos de Castillo, y resulta ostensible que aquella cita previa es una mera provocación. De esos matices está hecha la prosa de la película. También de hermosura. La cita aludida de Lorca, por ejemplo, es una maravilla. Escuchar conmueve. Castillo no cita a Mandelshtam. quien conjetura: “Dicen que la causa de la revolución es el hambre en los espacios interplanetarios. Hay que sembrar trigo en el éter”. Es probable que esta idea le hubiera encantado. No lo sabemos. Castillo murió el 2 de mayo de 2017. Quizás Sylvia Iparraguirre, otra gran escritora y también su esposa, podría confirmarlo. Si bien jamás se la ve, la película demuestra que se respetaron y se amaron durante toda la vida compartida.

Un hombre que escribe, Argentina, 2024.

Escrita y dirigida por Liliana Paolinelli.