UNA CASA CON DOS ENTRADAS
por Roger Koza
Una cita inmejorable y exacta. Son palabras escritas por un sabio y destituyen de un plumazo una falsa dicotomía entre el cine de culto y el cine popular. Decía el gran crítico Serge Daney: “Qué placer admirar a Lang, porque mi portero veía a Lang y porque cuando yo leía a Platón encontraba a Lang”.
Empecemos por una evidencia triste y escandalosa: Jersey Boys: persiguiendo la música, la última película de Clint Eastwood, duró apenas una semana en Córdoba. En todo el país, desde su estreno un par de semanas atrás, sumó unos 11.000 espectadores. Es esencialmente una película popular. La historia de Frankie Valli & The Four Seasons no conlleva complicaciones de recepción. El film no pertenece a un género para entendidos, y si bien se trata de un relato sobre un grupo estadounidense que canta en inglés, sus temas musicales los hemos escuchado miles de veces en las radios y en las fiestas. En efecto: son melodías que tienen un aire de familia con las que interpretaron en ese tiempo artistas como Sandro y Nino Bravo. ¿Por qué entonces no le interesó a nadie? Un film como Bañeros 4, por otra parte, ya fue visto por más de 35.000 personas a tan solo cuatro días de su estreno. ¿Es el film de Rodolfo Ledo una película popular? El conformista apelará al cinismo de las cifras y su veredicto lucirá irrefutable: “Es lo que la gente quiere ver; los números lo demuestran”. ¿Será realmente así?
Lo que hoy se (mal)entiende como popular se inscribe y determina por su relación con el omnipresente mundo televisivo. Una explicación inmediata del suceso de Bañeros 4, al menos en este fin de semana, se puede entender debido a la eficacia de la propaganda televisiva y por el reconocimiento instantáneo que producen sus actores, personajes que parecen existir exclusivamente en la pantalla chica. No está mal entonces repensar la vieja contienda entre el cine y la televisión, una oposición que parecía perimida, pero que resurge del pasado en otras coordenadas.
El llamado cine popular en Argentina funciona como un apéndice de la lógica televisiva. Una estética propia de la representación televisiva se conjuga con algunas poéticas de cine probadas en su eficiencia. Las comedias que produce Adrián Suar y en las que él suele interpretar el papel protagónico trabajan sobre una fórmula que combina ciertas inquietudes generales de clase (media) identificables en las propuestas televisivas asociadas a los unitarios y las series, en las que se invoca una presunta profundidad, con algunos resortes narrativos y conceptos de puesta en escena que remiten directamente a la comedia americana. Son películas que borran sus marcas locales a favor de una exploración del deseo (Dos más dos), el desencanto de la vida afectiva (Un novio para mi mujer) o los reencuentros familiares (Igualita a mí), y que de este modo aluden a problemáticas universales.
Casos como el de Bañeros 4 van por otro camino. En el film de Ledo se alude, tal vez sin saberlo del todo, a la noción de slapstick de la comedia clásica americana nacida en la época del cine silente. Humor físico sostenido en la repetición del equívoco, pero aquí sin ingenio alguno que sitúe el chiste en un contexto general. El gag debe sumar algo a una idea que ordena a la película, de lo contrario, como sucede en Bañeros 4, más que un gag las escenas humorísticas se asemejan a sketches televisivos unidos por el capricho, fragmentos dispersos que se definen por la fuerza del remate veloz. ¿Qué entenderíamos por cine popular si la televisión dejara de existir?
Hubo un tiempo que cualquier film de John Ford con John Wayne pertenecía al pueblo del cine. Esas películas las podía ver un experto en William James, un obrero de la construcción, un niño de un colegio laico y un estudiante universitario. Lo mismo sucedía con varias películas de Leonardo Favio. No es descabellado pensar que si hoy se estrenara Tiempos modernos los exhibidores lo considerarían un film difícil y el público, poco acostumbrado a comedias políticamente inconformistas, temería que el clásico de Chaplin fuera un film para iniciados.
En un hermoso film de Edgardo Cozarinsky sobre la mítica revista Cahiers du cinema, Daney decía que el cine era una casa con dos entradas. Se puede acceder a él por el frente y también por la puerta de atrás. Es que para el cinéfilo la distinción y el enfrentamiento entre cine culto y cine popular constituyen un falso problema, pues sabe que el cine es un arte demasiado amable para rechazar sus múltiples manifestaciones. En esta academia libertaria y plebeya, apta para curiosos y aventureros, vemos cosas inimaginables de la vida humana y del mundo. Para los amantes del cine, películas como No reconciliados, Hechizo de tiempo, Soñar, soñar, Cuentos de la luna pálida y Titanes del pacífico conviven en un pie de igualdad.
Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de julio 2014
Roger Koza / Copyleft 2014
No sé si es un consuelo pero también podemos preguntarnos ¿Cuánta gente verá Jersey Boys en el mundo este año? ¿Cuánta Bañeros 4? ¿Cuánta gente verá Jersey Boys en los próximos 50 años? ¿Cuánta Bañeros 4?
Es una buena línea de razonamiento. La he tenido en cuenta. En tiempo presente, la evidencia es apabullante. RK
Al día de la fecha, cinco días después que escribí este artículo, Bañeros 4 ya alcanza los 180.000 espectadores.
Roger, gracias por abrir este surco. Necesario hoy más que nunca para luchar aquí y ahora por un discernimiento cinematográfico. El cine es un arte y una política de lo común.
Gracias Iván. Este artículo debería ser solamente un inicio. Hay que ir todavía más a fondo. RK
«Casa con dos puertas mala es de guardar» dice un dicho… titulo de una obra de Lope de Vega, en su momento popular y hoy (o)culto. El problema es que esa doble entrada no es intransitiva: el cinéfilo puede gozar de poder pasar de Del Toro a Straub porque puede hacer (y tener) la «distinción», en el sentido de Bourdieu. La cultura popular es más abierta (y también más cerrada ante lo no genérico): por eso tiene menos defensas ante la dictadura de lo masivo. Lucha que el cine viene perdiendo duramente por lo menos desde hace cuarenta años (cuando murió Pasolini… y Hollywood inventó el blockbuster)
El problema de la «distinción» es sin duda el tema fundamental.
Estoy de acuerdo enteramente con lo que decís en cuanto a la genealogía del problema.
Lo interesante es ver cómo el nacimiento del blockbuster fue una respuesta holística al predominio de la televisión como entretenimiento durante la década del ´60.
Hay distintos lugares comunes respecto de lo popular en el cine:o se lo equipara y confunde con lo masivo y por tanto se espera que este libre de toda complejidad casi sin importar cuánto se subestime al espectador con tal que engrose la taquilla o bien, desde una mirada elitista, se lo ningunea y hasta se lo considera lo considera vulgar y de mal gusto porque se cree que carece de inteligencia o sofisticación. Por eso siempre es bueno conocer o revisar aquellos que han sabido combinar lo popular sin sacrificar ni renunciar a la elegancia formal, la creatividad narrativa o el inconformismo político. Otros films recientes que, creo yo, pueden ser ejemplos en este sentido son Gravedad y Nebraska.
Estimados Andrés: Mi pregunta pasaría por entender por qué Transformers 4, una película que no tiene prácticamente una voluntad narrativa fuerte, y Gravedad que sí la tiene en cierto sentido pero es minimalista, difieren tanto en la recepción. La primera pasa casi por experimental y aburre; la segunda se la consume a críticamente, como si hubiera una predisposición automática a su aceptación.
Nebraska: si bien trata sobre un problema nuclear en la vida de los sujetos (populares), por solamente estar en blanco y negro ya implica de inmediato una distancia insalvable entre los consumidores y su propuesta. En la TV el blanco y negro es el fuera de campo absoluto del brillo de los colores. Con eso solo ya tenemos un obstáculo. Y habría otros.
Saludos.
Es verdad Roger, al parecer toda estética que se aleje demasiado de la pantalla chica desconcierta y en consecuencia parece espantar. En el caso de Nebraska escuché en un videoclub que casi nadie la alquilaba porque era en blanco y negro sin siquiera detenerse a ver de que iba el relato. En el caso de Gravedad, que podría estar más cerca de Transformers por los efectos especiales y el 3D, sorprendió a muchos porque esperaban encontrarse con una peli pochoclera más y varios no tardaron en aburrirse por su ritmo y quizás por su elenco mínimo sin permitirse al menos por una vez tener una experiencia cinematográfica nueva y apreciar la sofisticación formal.
Tampoco puede omitirse el rol del aparato publicitario omnipresente como factor en la construcción y el fortalecimiento de un gusto y una subjetividad colectiva.
Salirnos de la matriz perceptiva a la que estamos acostubrados puede ser complicadísimo pero la persistencia puede dar sus frutos.
Qué curioso lo de Nebraska, porque hace sólo un par de años otra película en blanco y negro (y encima muda) como El Artista fue un éxito de taquilla (o al menos eso creo recordar). En ese momento pareció no importar que no estuviera en colores. ¿Cuánto peso habrá tenido la publicidad, incluida la que le dio su presencia ubicua en los Oscar, para que no importara, publicidad que Nebraska no debe haber tenido?
Me parece que ahí la diferencia está precisamente en que «El artista» era una celebración (de lo) vintage, mientras que el blanco y negro de «Nebraska» no apela a la gozosa nostalgia.
Esperemos que la persistencia de sus frutos, pero me parece que el debate es más amplio. Los gustos nos marcan, nos delimitan -algo de esto creo que decia Bourdieu, ya que Nicolás lo acercó al debate- . Habría que pensar un poco más en lo que está sucediendo con el cine en la actualidad y paralelamente pensar en la critica. Veo que todos, al menos los que pude consultar, hablaron mal de Bañeros, sin embargo tuvo y tendra muchos más espectadores que cualquier otra. Para qué sirve y cual es la funcion de la critica? los aparatos publicitarios tapan cualquier opinion? cuáles son ahora, los estándares confiables?, los hay?
Me parece que la cantidad de publico es un dato a analizar mas sociologicamente. es tarea nuestra hacerlo? lo pregunto de manera genuina.
Por otro lado, no sé si es necesario volver al debate que se generara cuando apareció masivamente la television y auguraba la muerte del cine. Tendremos que refundar unos blockbusters nuevos, reciclados? Tal vez estemos en un momento clave para ver esos cruces, esos desafíos. O tal vez no, no lo sé. Lo unico que se es que me preocupa la situcion en general, desde la construccion de una subjetividad colectiva, desde pensar nuevos (?) parámetros para la actividad cinematográfica en toda su extension y desde la critica y su funcion.
Ojalá podamos debatir estos temas.
Saludos a todos
Querida Marce:
1. Bajo ningún motivo pretendo que alguien deje de ir a ver el film de Ledo. Lo que sí me interesa como crítico es que si han ido y por esa cualidades llegan hasta aquí este texto sirva para algo.
2. El nacimiento del blockbuster fue una respuesta a las consecuencias de la supremacía de la televisión. El tema ahora no pasa por cine versus televisión sino sobre el complejo que constituyen y moldean el sistema de percepción general.
3. Creo que no nos compete del todo ejercitar una análisis sociológico, pero sí nos concierne cómo el gusto va constituyéndose a golpes de repetición y conformación de hábitos. Un crítico como Daney, por ejemplo, sí intentaba pensar sociológicamente la estética de un film o elevar la crítica de cine a una dimensión «extradiegética». Creo que esa tradición no debe perderse. Existe una zona crítica previa a la crítica de cine en el crítico es de por sí un sociólogo, como lo entendía R. Anrheim.
Un besito.
RK
Estimado amigo
Coincido. Los textos criticos-analicos sirven siempre, siempre. Por eso lo hacemos, no? Desnudar las obras no es sencillo, hacerlo con una mirada interesante menos. Pero, más acá o más alla de Daney y de Arnheim, creo que el contexto es diferente. Las percepciones y en este caso el citado Armheim hablaba de ésto, también Benjamin creo, varían con el tiempo, se construyen bajo otros parámetros, con otros órdenes. No sé si nosotros, no sé si ahora, pero es un tema que me interesa, que me interroga siempre, no sólo cuando escribo sino cuando miro. Me parece que el colchón de la mirada sociológica es más que interesante y, un poco desafiante, debería ser indispensable.
Abrazo
Creo que en el debate se está olvidando el impacto de Internet y la posibilidad de bajar pelis. Cuando se cuentan solo los concurrentes a las salas, se olvida el hecho que muchos espectadores (como es mi caso), ven la mayor parte del cine de calidad en su casa.
Con la ayuda de mis hijos, aprendí a usar los software que administran los “torrents”, y gran parte del cine que me interesa y se comenta en este blog, lo bajo de la web y lo veo en mi TV HD de 42” (que todavía estoy pagando). Espectadores como yo, que cada vez son más, no entran en las estadísticas de ventas de entradas y sin embargo vemos mucho del buen cine (y hacemos ver, porque casi siempre lo comparto en familia y hago circular las copias que bajo de la web).
Otro dato importantísimo que se omite, es la concurrencia del público a los diversos festivales, que cada vez proliferan más en el país. En el BAFICI, se baten record de público todo los años y no es para ver “Bañeros 4”.
Vivo en la ciudad de Córdoba, y si bien la oferta de cine de calidad es amplia, gracias a los numerosos cineclubes, muchas veces no cuento con el tiempo que requiere trasladarse hasta el lugar de exhibición, sin considerar, además, que el precio del viaje suele ser más caro que la propia entrada.
…Coincido en cada punto… vivo en ‘el interior del interior’ de la pcia (de Cba, claro) y si no fuese por a web nunca hubiese llegado a ver muchísimas joyas… y conozco muchos casos… obvio, nadie va a bajarse ‘bañeros’ ni nada parecido…
Jorge:
1. La cantidad de gente que va al BAFICI es apenas superior a la cantidad de gente que ha ido a ver Bañeros 4 a ocho días de su estreno: 245,546.
2. Dudo que el público que se siente atraído por un film como el de Ledo cuente con un TV HD de 42′. Aunque fuera así, el argumento es el mismo: es probable que se la pasen viendo productos similares.
3. Lo que está en juego es la cultura popular y la experiencia colectiva de ver una película.
El resto es verdad: los cineclubes, los precios del traslado, la generosidad de los Torrent.
Saludos. RK
Hola Roger, gran nota, como siempre.
Es realmente incomprensible el fetiche que tienen ciertos comunicadores con el número de espectadores, como si eso de alguna manera legitimara la película en cuestión.
Creo que la gran diferencia entre cine popular y cine masivo pasa por la distribución (en la primer clase de Producción I de cualquier escuela de cine lo primero que se dice es: lo mismo que se gasta en hacer la película hay que gastarlo para promocionarla). Que no sólo es publicidad sino notas disfrazadas de periodismo: hay que saber distinguirlos. Daney dice (lo leí citado por Rosembaun en Las Guerras del Cine, que es un libro buenísimo para pensar todas estas cuestiones): «Los grandes medios les piden a aquellos que no saben nada que representen la ignorancia del público y que, al hacerlo, la legitimen.»
Estimado Lautaro: el libro de Jonathan va fondo, pero creo que en gran medida es perfecto para el contexto de su país y ligeramente insuficiente para el nuestro. Creo que existe toda una generación acrílica sobre ciertos productos más problemáticos. Lo que sí es universal es lo siguiente: los números son números, pero nunca son un argumento. Saludos cordiales. RK
Qué cine ve el pueblo es una pregunta que inevitablemente lleva a la opuesta: ¿qué pueblo ve el cine? Por suerte alguien ya se la hizo, así que habrá que leerlo:
http://revistaotraparte.com/semanal/ensayo-teoria/pueblos-expuestos-pueblos-figurantes/
Roger:
Atención con el libro al que hace referencia Nicolás. Deberíamos leerlo, no?
Un cariño
Ya que recomiendan libros, me tentaron: creo que hay otro que también puede servir (quizás como previa, aunque es posterior a este) para leer Pueblos expuestos…, donde escribe el mismo autor y otros más (Bourdieu, Butler, Ranciére..), y toca el tema que están hablando. El libro se llama ¿Qué es un pueblo?, de Eterna Cadencia. Didi-Huberman hace una lectura de varios autores (una muy interesante de Ranciere por cierto) para hablar, entre otras cosas, de su tesis sobre «volver sensible»…
En fin, un aporte a las lecturas para una discusión más amplia, siempre tan lindas en este blog. De paso digo: está buena la sección nueva del Cinematógrafo para hablar de libros sobre cine. Apoyo la iniciativa como seguidor del programa.
saludos
Permiso, voy a meterme un poco para decir que no estoy de acuerdo con el análisis, me parece que hay una confusión respecto a algunos términos. «Jersey boys» no es, de ninguna manera, una película popular, mucho menos acá en nuestro país; celebro y no me sorprende que haya tenido tan pobre recepción en el público. Sin embargo «Bañeros 4» tampoco lo es. Ambas son masivas, pertenecientes a la cultura de masas, a la gran cantidad de films (la enorme mayoría) producidos por un selecto grupo burgués, para un público masivo, ya pensado, articulado y formado como homogéneo: da igual si sos argentino, yanqui, de clase baja, media o alta, la máquina de hacer chorizos ya tiene preparado un embutido perfecto para venderte. Claro que también está el cine de elite, hecho por una minoría, para una minoría, culta y entendida sobre el tema.
Lo popular es otra cosa. Arte popular es el que nace desde abajo, desde las clases marginadas, en busca de una expresión propia que le es constantemente negada. Ya Julio Garcia Espinosa, Pino Solanas y varios teóricos y directores más hablaron de esto, no creo que haga falta que me explaye mucho más. Hay pocos ejemplos de cine popular, justamente por lo difícil, cerrada y costosa que es la industria cinematográfica, pero un caso muy reciente e interesante es el de César Gonzalez, director de la película «Diagnóstico esperanza». Recomiendo verla, analizarla y leer al autor en entrevistas hablando sobre su producción e ideología. Eso es cine popular; Clint Eastwood y su film de $40 millones de dolares, claramente no. «Bañeros 4″m tampoco, aunque al menos se acerca más.
Saludos
Estimado Javier:
Debo decirle, con todo respeto, que tampoco concuerdo con lo que usted dice. Permítame explicarle por qué.
1. De ningún modo creo confundir la expresión de una cultura de masas con una de naturaleza popular. Por cultura de masas se entiende una forma de producción de signos y símbolos concebidos como consumo y en términos de entretenimiento, por el cual las marcas singulares de una cultura específica se lavan a favor de una presunta idea de lo universal. Es el caso analizado en este artículo en B4 o en las comedias de Suar.
2. J. Boys es una película popular por diversos motivos. La historia que cuenta está situada en un contexto de clase media baja estadounidense. Es un lectura desencantada del sueño americano y el film pertenece a una tradición del cine clásico. Está claro que es un film industrial, una condición estructural del cine que es problemática desde sus inicios.
3. Si las condiciones de producción de una película implican la anulación del concepto que refiere a lo popular, el 90% del cine que vemos y se hace dejaría de poder calificar como tal. Un film de Chaplin, por ejemplo, sería descalificado de forma inmediata debido al contexto de su producción. Por otra parte, Chaplin se volvió millonario asumiendo un personaje que vivía en la pobreza. Sin duda, es una de las grandes paradojas del cine. Pero, ¿usted se animaría a decir que Mercedes Sosa y Yupanqui no eran músicos populares? Ellos también hicieron una fortuna.
4. He visto Diagnóstico esperanza. Lo que me interesa son sus sujetos; el modelo de representación formal tiende a lo televisivo, y no veo qué distancia propone el film respecto de ciertos sujetos que no son ajenos a la cultura de masas. En este sentido, el cine de Campusano me parece de una precisión admirable.
5. No creo que la cultura popular sea la articulación de signos y sensibilidades provenientes de una clase marginal. Lo popular no necesariamente implica pobreza, ni tampoco, al menos lógicamente, lo popular debería ser un par necesario de lo nacional. Habría variantes. De todos modos, quiero expresar mi disconformidad al respecto: lo marginal debería ser en una sociedad un estado de excepción. Si viviéramos en otro orden social y simbólico lo popular no nacería entonces del margen; no desconozco, por otra parte, los márgenes, pero me parece que el margen como tal debe ser problematizado para no desarrollar una suerte de esencialización de una condición material que responde a un régimen de injusticia distributiva.
6. Por popular entiendo una forma de expresión artística que reúne a un conjunto de sujetos sociales que viven en diferencias y que encuentran una zona común en una canción, una película, un cuadro. Esta expresión incluye, en ocasiones, una historia común bajo un mismo territorio, pero puede ir más allá de él. Una forma de pensar lo popular es entender que en esa expresión no quedan afuera ni los que menos tienen, ni los que más tienen. Para estos últimos un film popular puede llevarles a pensar cómo surge la riqueza que disfrutan, o también a entender el lugar de aquellos que no viven en ese bienestar circunscripto solamente para algunos. En otras palabras: un film de Favio lo puede ver cualquiera; un film de Chaplin también.
Saludos.
RK
Mi querido Roger, el tema que abordaste enciende el fuego de las pasiones en número y calidad, al menos por las participaciones. De hecho no soy un crítico cinematográfico como vos ni un cinéfilo experimentado, como muchos de los participantes, pero el tema excede al cine, sin dudas y me lleva casi por vía regia a la temática abordada en apocalípticos e integrados. difícil cuestión, sobre todo si se toma en términos de irreconciabilización (epaaaa, no sé si existe esa palabreja, pero la dejo y vale, jeje!). Pienso cuánto de popular tienen la música rescatada por la gran leda valladares, no obstante que en número no tienen ni para empezar con arjona (con disculpas)! Creo que si a lo popular se lo divorcia de valores éticos y estéticos deja de ser tal para ser un mero efecto de mercado… y ahí ya estamos hablando de otra cosa, ¿no?
Recuerdo una película de culto y también popular, según me parece aunque esto no signifique mucho, esperando la carroza de alejandro doria. El grotesco argentino, me parece que ahí se juntan (en buena yunta) elementos no diré platónicos, pero si quizás de la comedia clásica con el griterío y la barbarie urbano nacional contemporáneo.
El mundo televisivo, así enunciado, es una mierda, pero también hay cosas interesantes, creo. Digo creo porque la verdad es que hace años que no tengo ni veo tele, pero imagino desde el mostro tinelli hasta el otro mostro, por la otra punta, de feinmann dando clases de filosofía (muy divertidas e interesantes, aunque no sé cuan filosóficas, en el sentido de que no sé si se puede filosofar por ese medio, aunque se haga) por televisión.
¿Qué valores éticos y estéticos se le puede pedir a los fenómenos populares. Ahí me tomo de algunos pensadores latinoamericanos y pienso en valores que promuevan el pensamiento crítico y no los tape con una carcajada que termina (en el mejor de los casos) en llanto.
Gracias por el espacio para el debate, abrazo!
Cuando pueda te respondo; abrazo. RK
Uhhhh qué mal escrito está esto, el error de no corregir, disculpas!
Don MaRtín:
1. Lo de Valladares es indiscutiblemente popular. Lo de Arjona es indiscutiblemente masivo. La Mona es indiscutiblemente las dos cosas.
2. El film de Doria trabajaba sobre los cimentos del costumbrismo, una zona de riesgo. Pero no se trata de ver si es o no un film popular. Por otra parte, el costumbrismo implica la incorporación irrenunciable a elementos de lo popular.
3. Creo que la televisión es una práctica técnica que más allá de sus contenidos transmitidos, una invención problemática. Es muy difícil pensar la televisión, o pensarse frente a la televisión. Creo que hay otros programas más interesantes que el de JPF. Lo de Piglia sobre Borges, por ejemplo. El tiempo que lleva la vida en la televisión me parece una de las cosas más temibles de la vida social de los últimos 60 años. Imagino un suicidio masivo si dejara de existir.
4. Las manifestaciones populares son variables: lo que tocaba Yupanqui era ostensiblemente sencillo pero de una belleza incuestionable; la música de Spinetta, García, Sosa, Dylan, Tom Zé. Lo sofisticado no es necesariamente una categoría impopular. Me remito, una vez más, a lo que dije más arriba sobre qué entender por cultura popular.
Saludos.
RK
No se puede analizar este fenómeno, lo pupular-lo masivo, sin entrar en lo sociológico; no se puede hacer sociología sin atender a lo político, y no se puede pensar la política sin una apreciación moral (hoy y en cualquier época).
Así, el papel del crítico podría ser de tremenda importancia (uno de los pocos, sino el único ejercicio crítico intelectual con cierta llegada, legitimado por el statu quo posmoderno).
Pero rara vez lo es. Las críticas flotan, en rigurosa y elegante prudencia, sin tocar la pragmática de su objeto de amor.
En este sentido, las mejores críticas las he leído de un director, Oliver Stone, y de Prividera.
El cine es siempre política. Pero lo masivo no es casual y lo popular necesariamente sí lo es. Luego, la Industria se alimenta, agiorna y reproduce lo popular con intenciones precisas. ¿Cómo establecer cuál es uno y cuál es otro sin atender a este proceso? Una mirada a-política, una crítica que recala solo en lo histórico, técnico y estético es imposible que clarifique la cuestión. Aunque pueda, y con mucho, argumentar.
Muy bueno lo que se comparte, ojalá se profundice. Abrazo.
Edgar: cuando pueda te respondo. No obstante, quiero expresar mi total desacuerdo con una frase tuya: nada, absolutamente nada que venga de Oliver Stone puede representar el campo popular. Ya responderé como corresponde. RK
Roger, son dos temas distintos.
Puede que sea como decís, no lo sé, ni siquiera puedo discutirlo en tus términos porque tu definición de cine popular me resulta ambigua cuando quiero trasladarla a las películas en sí (¿Asimilas popular a universal? A Favio y a Chaplín lo puede ver cualquiera, ¿a Stone no?)
Como sea, lo que dije es que las “críticas de cine” de Oliver Stone incluyen el componente político, la intención de adoctrinamiento detrás de un film, y por ello resultan más esclarecedoras y realistas que las que encontramos en el círculo profesional. Ejemplo:
«Rescatando al soldado Ryan», de Steven Spielber, «refleja ese espíritu americano: vamos, llegamos, pateamos culos, hacemos lo que hay que hacer, todo mentiras».
«La caída del halcón negro», de Ridley Scott, «es una de las películas más obscenas que se han hecho, y es una buena película, funciona, técnicamente es hermosa, pero es obscena, porque cuál es el mensaje: EEUU va a Somalía, toda esa gente es asesinada por unos negros que disparan indiscriminadamente, y los americanos muestran su nobleza».
«Este tipo de películas, como Gladiator también, crean esta mentalidad, y es lo que hemos tenido, como americanos, durante años: películas de guerra que nos dicen que está bien morir o ir a otro país a matar gente».
http://www.latercera.com/noticia/cultura/2013/06/1453-528666-9-oliver-stone-critica-duramente-al-cine-de-hollywood-y-a-la-historia-de-eeuu.shtml
Se puede equivocar, se puede discutir, pero no deja de nombrar lo que ciertamente está allí.
Y si hay que hablar de Oliver Stone, hay que agradecerle, al menos, JFK y Wall Street 1 y 2, las que han ayudado a comprender qué ocurre entre bambalinas, o, dicho de otro modo, han ayudado a comprender al mundo real.
“Cine popular” puede definirse de muchas maneras, pero un cine realmente popular expresa lo que realmente ocurre. O estamos frente a un cine que no representa a nadie, que no le pertenece a nadie.
Abrazo.
Edgar:
1. Te sugiero leer con mayor atención mi respuesta al lector en donde enuncio una posibilidad interpretativa de cine popular. No tiene nada que ver con lo universal (abstracto). Justamente critico esa noción. Mi formación no resulta ambigua, tal vez sí no esté del todo claro, porque intento justamente moverme de dos lugares comunes implícitos en lo que respondí.
2. Los análisis de Stone suelen ser de una torpeza notable, como sus películas. Me puede caer bien, pero no puedo desconocer sus límites. La discusión con él no tiene nada que ver con lo popular. Tu punto de vista implicaría yuxtaponer popular y político.
3. Stone es parte del problema. Este tipo hizo cosas como Asesinos por naturaleza, World Trade Center, Alejandro Magno.
Saludos.
RK
3- “Asesinos por naturaleza” puede pensarse como “una crítica a la violencia y el morbo en los medios de comunicación”, y yo coincido con esa lectura. No vi las otras dos.
Y a esta altura me pregunto a qué te referís cuando hablás de “problema” (“Stone es parte del problema”). ¿El problema del cine que no es buen cine, que no es un cine superior? Porque de los otros problemas, los problemas sociales, los de corrupción, los del engaño legalizado, digamos: los problemas “populares”, es de los pocos directores “consagrados” que los enfocó en sus películas y ayudó reflexionar sobre ellos. Por no decir que los desnuda. ¿O me equivoco? (¿Qué es más importante? Cuando un crítico de cine hace crítica de cine, ¿debe dejar de ser un sujeto social, debe circunscribirse a lo estrictamente cinematográfico? ¿Aún a riesgo de ser cómplice? Cuando hace algún tiempo NP comentó, después de ver una película de guerra que le adeudaba ser vista, una película de una directora, algo así como: “Sí, es otra maldita película de reclutamiento”, se produjo una apertura en los comments, el blog se abrió, entro de golpe una mirada que volvía trascendente y le daba un valor y peso específico a la tarea del Crítico de Cine. Se hizo política. Equivocado o no, ese es otro tema, estábamos advertidos. Es que: mas allá de la técnica y la estética, hay un dato que el crítico tiene y que la audiencia necesita. Un dato político).
2-“… Me puede caer bien, pero no puedo desconocer sus límites…” Tremendo. Teniendo en cuenta que me estás respondiendo, teniendo en cuenta el marco en el cual te planteo el tema, que insistas en ser solidario con tus propias coordenadas es tremendo. Temerario diría.
1-…
0-“Tu punto de vista implicaría yuxtaponer popular y político.” me decís. Y es claro que es así, pero si todo se redujese a puntos de vista, tendríamos no uno sino casi siete mil millones de mundos. Es lógico esto, ¿sí? Pero somos uno solo, y gracias a eso y a los otros puntos de vista puedo preguntarme, cavilar, repensar y eventualmente responder al otro punto de vista que me interpela. Pero suele no haber respuesta en tus respuestas, Roger; salvo que me mueva en tus propios términos, y entonces el debate pierde dimensión.
Bueno. Gracias por leer, te sigo leyendo, recomendando y amando como en los viejos tiempos.
Abrazo y feliz día.
Edgardo: estás leyendo en clave de Fa lo que está escrito en clave de Sol.
1. No tengo que dar ni siquiera una prueba de que todo lo escribo está escrito en una coordenada política: mi punto de vista sale siempre desde el mismo lugar: es materialista. Por materialista entiendo que todo fenómeno social (y representado en el cine) es de carácter político. Esto implica una segunda capa: toda mirada no puede evitar los condicionamientos de su propia clase social. El inconsciente de clase debe ser trabajado para escribir crítica cinematográfica. Es mi modo de ver.
2. Stone es parte del problema porque él filma desde una estética de la violencia y nunca encuentra un modo formal para tomar distancia de la misma. Puede tener buenas intenciones (como en El cielo y la Tierra), pero su inconsciente cinematográfico lleva a filmar las cosas de cierta manera. En la forma, estimado Edgardo, en la forma, está lo político, no en lo que se dice.
3. Por otro lado, todo lo que decís parte de una negligencia importante: lee todo lo que escribo en este blog y tengo la impresión de que todos los reproches (que no están lejos del insulto maquillado) no pueden aplicarse al 90 por ciento de los textos. Justamente, entendiendo la gran diversidad, pretendo poder escribir con respecto de films como Bañeros 4 (aunque sea una película abominable). En este blog escribo sobre los Straub, Shyamalan, Ledo, Bay, Hitchcock y Stone con el mismo respeto.
Saludos.
RK
Pensé varias veces en un posible problema de ese tipo. Hay un tema interpretativo creo que insalvable (y radicalidad).
En Fa, escribo, pienso y no tengo otra manera que no caiga en el eufemismo. En Sol tal vez resulte insultante, pero no es así, y mi discusión es con tu mirada, no con vos (y si esto te parece una aporía, para mí no lo es). Y sí, mi discusión con tu mirada es a fondo. La visión materialista no aplica a una realidad multidimensional, sencillamente no aplica, aún cuando resuelva –que no lo hace- su propia enorme complejidad. Mi idea de metafísica está más cerca de Platón que de Sai Baba, mi misticismo se encuentra a gusto con el Zen, y frente a tu sensatez general es difícil entender que descalifiques de plano toda reflexión fuera de la puramente racional. Y también te burlás. Si se pudiera, que no se puede, calificarías a Platón de New Age, posta.
1-Atiendo lo que decís: “…todo lo escribo está escrito en una coordenada política: mi punto de vista sale siempre desde el mismo lugar: es materialista.”
Y concluyo que no hay recepción (ni adecuación) que haga posible algún debate. Si cuando yo hablo de política vos pensás que ser materialista es ya en sí un acto político, estamos en el horno. Y también me estás diciendo: o se me discute en términos materialistas, o no se me discute.
Pienso que esta falta de plasticidad, esta necesidad de observarlo todo bajo un mismo registro, es el precio que se paga si uno busca un pensamiento exacto. Que se vuelve sofisticado. Es un devenir. Así, lo que te pasa frente a Bresson, por ejemplo, quedará (para vos) siempre irresoluto, por importante que sea, y lo que es (para mí) aún peor: quedará como anécdota.
Ya que estamos, permitime un ejemplo de como tu análisis excluyente confabula para determinar y sostener un cierto tipo de mirada/realidad:
“Por materialista entiendo que todo fenómeno social (y representado en el cine) es de carácter político. Esto implica una segunda capa: toda mirada no puede evitar los condicionamientos de su propia clase social.”
Decís esto, sabiendo que algunas personas escapan a esta premisa y acceden a una comprensión superior e incluso muy superior a la que, dado el condicionamiento de su psique, sería razonable esperar. Lo decís sabiéndolo, pero no teniéndolo en cuenta. Ese acceso (de algunas personas) implica “algo más”. Y ese algo más, por lo resolutivo que resulta, no puede dejarse en un fuera de campo, aunque se niegue a ser interpelado.
Es solo un ejemplo. Pero así se construyen los miradores para la mirada. La solución está más allá de cualquier dogma (y lo intelectual a ultranza es un dogma, una metafísica, así como el ateo y el teísta giran juntos alrededor de Dios.)
Si pensaras tu discurso como lo pienso, verías esta forma de reduccionismo repetirse una y otra vez. Allí confié en el debate –más filosófico que cinéfilo, está claro- pero no encontré acceso.
Esto no quita que “El inconsciente de clase debe ser trabajado para escribir crítica cinematográfica.”, por supuesto, coincido.
2-Stone. “Puede tener buenas intenciones (como en El cielo y la Tierra), pero su inconsciente cinematográfico lleva a filmar las cosas de cierta manera. En la forma, estimado Edgardo, en la forma, está lo político, no en lo que se dice.”
Es un tema complicado. Seguramente los maestros de la forma, las agencias de publicidad, se frotan las manos y te dan toda la razón. Pero creo que pensarlo de un modo absoluto relativiza la comprensión o posible comprensión del espectador. Discuto con tu taxativa afirmación: es en lo que termine siendo esencial al film donde está lo político. Además, si fuera como decís, Stone, debido a su “inconsciente cinematográfico” de una “estética de la violencia” estaría privado de hacer una obra, aunque se muera de ganas, que abogue por el pacifismo y que funcione como tal. Y esto es poco probable.
Respecto al punto 3, es difícil no caer en tal negligencia, escribís mucho, y escribís en Sol sostenido, a mi Fa se le hace difícil seguirte y más de una vez comprenderte, pero creo que te he leído lo suficiente. Y no es cierto que trates a todas las películas con igual respeto. Tendrías releer tus comments.
Lo que sí, me hago cargo del límite. Ya no fastidiaré.
El mundo en una pizza, querido Roger; lo particular está en la totalidad.
Como siempre, abrazo en las diferencias.
Edgar
Querido Edgar: te voy a responde ni bien pueda y lo haré a fondo a ver si nos entesemos mejor. Abrazo. RK
Esssaaa… vamo la polifonía todavía.
Roger, a Javier le respondías esto:
«4. He visto Diagnóstico esperanza. Lo que me interesa son sus sujetos; el modelo de representación formal tiende a lo televisivo, y no veo qué distancia propone el film respecto de ciertos sujetos que no son ajenos a la cultura de masas. En este sentido, el cine de Campusano me parece de una precisión admirable».
Soy de los que cree que el cine de Campusano no está lejos de Diagnóstico esperanza, y en muchas decisiones sigue al pie de la letra el modelo televisivo. Al respecto, más allá de la boutade -o con ella, por qué no-, suscribo de cabo a rabo a la opinión de Cuervo:
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2014/05/esto-no-es-un-post-sobre-campusano.html
Quizá El nexo, y el necesario contrapunto que debamos hacer con Estrellas de Fede León, pueda darnos otra respuesta a esto que estamos discutiendo aquí.
Ni bien pueda te respondo. RK
Hola, estuve leyendo este extenso debate y cuando termine el ultimo comentario volví al principio: una casa con dos entradas. Y no, tiene mas.
voy a realizar un listado de consideraciones para tratar de aportar algo:
– el cine debe ser analizado con la mayor cantidad de herramientas externas a su ontologia, esto ya es sabido desde que nació el postestructuralismo.
– no pensemos solo en las películas, tampoco en el cine como lugar.
– pensemos el espectador.