UNASUR 2014: INTEGRANDO LA DIVERSIDAD

UNASUR 2014: INTEGRANDO LA DIVERSIDAD

por - Críticas, Festivales
25 Sep, 2014 04:59 | Sin comentarios

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Por Jorge García

La calificación que aparece en el título define con precisión las características de esta tercera edición del festival UNASUR, un evento con una programación variada y ecléctica que lo convierte – en cuanto a la cantidad de películas y de invitados y detrás del de Mar del Plata- en el más importante de los de este tipo que se realizan en el interior del país. Hay que apresurarse a señalar que el abultado número de films (más de 200 entre largos y cortometrajes) ofrecía el riesgo de que muchos títulos fueran descartables. Sin embargo, las películas exhibidas- con los inevitables desniveles que necesariamente se suscitan en esa cantidad- tuvieron un nivel promedio digno. Tanto la Competencia Internacional de Ficción, como la de Documentales y Cortometrajes y Cines del Sur, dedicada en exclusividad al cine nacional, con algunos títulos aun no estrenados, propusieron un atractivo muestrario de lo que se está filmando en estos tiempos en nuestro país y en Latinoamérica. Pero también hubo un interesante foco dedicado a la producción chilena de los últimos tiempos, homenajes a los recientemente fallecidos Alfredo Alcón y Gabriel García Márquez y un par de títulos provenientes del festival Asterisco. Y como no solo de películas se vive, también hubo espacio para Seminarios de producción, realización, actuación y fotografía y mesas dedicadas a la distribución, el trabajo en relación de dependencia de los actores y la presentación de un libro. Hay también que señalar que la calidad de las proyecciones fue muy buena y que luego de ellas se produjeron jugosos diálogos de los espectadores con directores, productores y/o actores. En cuanto a la respuesta del público corresponde decir que fue dispar, escasa en las funciones de la mañana y primeras horas de la tarde y mucho más amplia en las proyecciones vespertinas y nocturnas.

Es preciso también señalar algunos aspectos en los que el festival debería mejorar, tal el caso de la superposición de las proyecciones matutinas con las conferencias de prensa (¿por qué no se hacían, como en todos los festivales, después de la exhibición de la película?). Otro elemento de incomodidad fue el hecho que la Sala de Prensa, que el año pasado se encontraba en el hotel en el que se alojaban los periodistas fue trasladada a unas doce cuadras de ese lugar. Y también hay que decir que debió invertirse el orden de la ceremonia final y proyectarse la película de cierre antes de la entrega de los premios para que alguien se quedara a verla. Y hablando de los premios, pareció excesiva la cantidad de galardones otorgados (cerca de 40), lo que provocó que su distribución fuera muy desordenada, con algunos de los premiados subiendo y bajando permanentemente del escenario y otros sin llegar siquiera a recibirlos. Por cierto que, como suele ocurrir, varias de las –en mi opinión- mejores películas proyectadas, no recibieron ninguna recompensa. Pero pasemos a reseñar brevemente algunos de los títulos vistos, dejando de lado varios de los más relevantes ( Fantasmas de la ruta, P3nd3jo5, Carta a mi padre, El rostro, Los dueños) por ya haber sido comentados, en algunos casos exhaustivamente, en este espacio.

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El cerrajero

En su primera película, Rompecabezas, Natalia Smirnoff mostraba una intención de escapar a las tres grandes vertientes del cine nacional más reciente, esto es, el naturalismo costumbrista, el minimalismo exacerbado y la denuncia explícita. En su segundo trabajo, El cerrajero, le agrega elementos de características fantásticas, como la presencia en Buenos Aires de un extraño humo de olor repulsivo. El protagonista (Esteban Lamothe), que aparte de arreglar cerraduras, se dedica a fabricar y componer cajitas de músicas, posee el sorprendente don de lanzar inesperadas revelaciones sobre la conducta privada de sus clientes en los momentos en los que los atiende. Además la relación con su pareja más reciente (excelente Erica Rivas) es conflictiva, a partir del embarazo de ella. Diversos encuentros con los mencionados clientes, su madre y hermanos, y su padre, un solitario ermitaño, dan cuenta de su, por llamarla de algún modo, “incomodidad existencial”, que se acentúa en el inesperado contacto con una muchacha peruana que trabaja como doméstica, a quien cobijará por un tiempo en su casa. Smirnoff no siempre consigue el tono antinaturalista que pretende otorgarle al relato (los momentos de las mencionadas “revelaciones” no suenan convincentes) pero logra que el protagonista trasmita una permanente sensación de incomodidad y desasosiego.

Una de las películas que cosechó más galardones en UNASUR fue Refugiados, de Diego Lerman (ganó premios a la mejor dirección, montaje, fotografía y sonido) aunque la visión de la película no justifica, en mi opinión, tantos lauros. La historia de una mujer embarazada, víctima de un marido golpeador, que se la pasa huyendo, junto con su pequeño hijo, de su cónyuge, plagada de situaciones forzadas y poco verosímiles, está más cerca del thriller de entretenimiento que de la reflexión seria y comprometida sobre un tema tan candente y doloroso. El buen trabajo de Julieta Díaz y la excelente iluminación en blanco y negro de Wojtek Staron no alcanzan para convertir el film –al que no le falta un final “allá” Los 400 golpes– en una obra satisfactoria y convincente.

Jaime Roldós no llegó a completar dos años en la presidencia de Ecuador, ya que murió en un muy sospechoso accidente de aviación junto a su esposa y varios colaboradores (la misma suerte corrieron dos semanas antes, el comandante del ejército, un aliado incondicional, y un par de meses después el caudillo nacionalista panameño Omar Torrijos). El suceso nunca fue aclarado y se cerró con el informe militar oficial que responsabilizó al piloto del hecho. Más allá de su política reformista y vacilante en varios terrenos, Roldós fue uno de los primeros líderes latinoamericanos que luchó por la democratización de la política y la vigencia irrestricta de los derechos humanos en el continente. El documental La muerte de Jaime Roldós, del ecuatoriano Manolo Sarmiento y la portorriqueña Lisandra I. Rivera es un trabajo serio y profundo sobre las causas que pudieron precipitar ese doloroso acontecimiento. Con un excelente material de archivo (que incluye desconocidos contactos entre militares argentinos y ecuatorianos a través del siniestro plan Cóndor), jugosas entrevistas y una utilización muy precisa del relato en off, los directores consiguen trazar un lúcido fresco sobre la política en el continente y la injerencia norteamericana en los años 70 y 80. Un muy atractivo film que debió haber recibido un mayor reconocimiento por parte de los jurados.

Mejor suerte tuvo la brasileña Sopro, que ganó los premios más importantes de la Competencia Documental. Clásico documental de observación, prácticamente sin diálogos ni picos dramáticos, describe la vida cotidiana en un pequeño poblado montañés del estado de Minas Geraes, alejado del mundo exterior y de los esplendores de la vida moderna. El film es riguroso en su propuesta y sostiene sin intermitencias un ritmo lento y cadencioso, pero da la impresión que fue excesivamente valorado a la hora de la premiación.

gloria

Gloria

La ganadora de la Competencia de ficción fue la chilena Gloria, de Sebastián Lelio. Con un recorrido arrasador en varios festivales y varios premios para su protagonista excluyente, Paulina García, la película fue también un gran éxito en su país. Astuta propuesta centrada en un personaje “querible”, una mujer entrada en años que no se resigna a renunciar a la felicidad, el film es la típica película al servicio de una actriz muy dotada y cuenta con todos los clisés necesarios para ser exitosa, tanto entre el gran público como en los circuitos festivaleros. Creo que en esta sección hubo títulos más valiosos que este.

Otra chilena vista fue Carne de perro, un film políticamente “incorrecto” desde cualquier punto de vista. Su protagonista (gran labor de Alejandro Goic) es, aunque no se lo explicite, una excrecencia de la dictadura pinochetista, posiblemente un torturador (la escena con su esposa lo sugiere). Sin trabajo, separado de su mujer, abandonado por sus ex camaradas, solo encuentra desahogo en los golpes que le da a la pared. Claustrofóbica, abusiva en su utilización de los primeros planos, con un buen uso del fuera de campo, la película está emparentada con otros films de ese origen, como Tony Manero y Post-mortem, y su puesta en escena y las características del personaje central la convierten en una experiencia bastante incómoda.

También de Chile es Las niñas Quispe, un film basado en sucesos reales y centrado en la dura vida cotidiana de tres hermanas que viven del cuidado de sus cabras y ven como todos sus vecinos, como resultados de una decisión de la dictadura, se están yendo o vendiendo a precios irrisorios sus animales. Lo mejor del film es la manera en que contrapone el imponente paisaje con las experiencias personales de sus protagonistas, aunque en mi caso, me vi limitado en la comprensión de algunas escenas por la imposibilidad de entender el idioma chileno.

Sigo siendo (Kachkanirakmi) está planteado como un intento de profundizar en la música popular peruana en sus tres vertientes principales: la de la sierra, la selvática y la costeña. Desfilan así numerosos intérpretes de diferentes ritmos e instrumentos y formidables zapateadores de tijeras, una danza que tiene puntos de contacto con el malambo. El film ofrece buenos momentos musicales y danzantes, pero refleja de manera muy somera el contexto político-social en el que se desarrollan las diferentes situaciones. Además omite una figura principalísima de la música popular negra peruana: la del gran Nicomedes Santa Cruz.

El paraguayo Enrique Collar había sorprendido hace algún tiempo con Novena y aquí, con Costa dulce, ratifica sus aptitudes. Bizarro relato acerca de buscadores de tesoros sepultados durante la Guerra de la Triple Alianza, fusiona con precisión los elementos míticos con una adecuada utilización del paisaje y un ritmo narrativo austero y conciso. El trabajo de iluminación es excelente.

Finalmente la colombiana Tierra en la lengua está centrada en los últimos días de un anciano patriarca, machista y violento, que ha dejado a lo largo de su vida un montón de mujeres e hijos abandonados. Acompañado de sus nietos a quienes dejará sus tierras, les pone como única condición que no le hagan sufrir una prolongada agonía, algo que los muchachos cumplen hasta cierto punto… Película con un personaje central muy potente, es una buena muestra de lo que podría llamarse cine rural colombiano.

Jorge García / Copyleft 2014