VENTANA ANDINA 2014
Por Marcela Gamberini
Del 30 de junio al 5 de julio se desarrolló en la provincia de Jujuy la primera edición del Festival de cine Ventana Andina. Rodeados por un paisaje imponente que le da marca e identidad a esta nueva posibilidad de extender el cine en la región andina del país, esta edición inaugural sentó las bases para futuras ediciones en los próximos años. La provincia en su totalidad participó activamente de las actividades propuestas, con las salas repletas que a lo largo de los días se fueron consolidando como un público ávido y curioso, que son siempre los mejores espectadores. No sólo hubo salas en San Salvador de Jujuy, la sede del festival, sino que además se propiciaron las proyecciones en localidades como Tilcara, San Pedro y demás. El equipo de programadores oriundos de la zona fue una de las características centrales de este festival que ya ha logrado su marca y su identidad.
Las secciones fueron cuatro competencias: la internacional, la nacional, una provincial y finalmente la competencia que hace eje en la producción de la región. Cada una de estas secciones tuvo jurados específicos que mezclaban, con buen criterio, diversas miradas sobre el cine; directores como Lorena Muñoz y Andrés Habegger; productores como Pablo Rovito y Eduardo Raspo; actores como Nicolás Pauls; y periodistas y críticos de cine como Julia Montesoro, Guadi Calvo y quien esto escribe, entre otros. También fueron convocantes las charlas-homenaje del mítico y entrañable Félix “Chango” Monti, EL fotógrafo del cine nacional; la charla que mantuvimos con la lúcida, cálida e inteligente productora y directora de Un muro de silencio, Lita Stantic, una charla con Adrián Caetano, una masterclass a cargo de Vanessa Ragone y otras actividades paralelas.
El objetivo fundante de este festival fue difundir y promocionar producciones cinematográficas de la región andina y a la vez consolidar y reforzar los hilos que tejen el complejo entramado de los recursos culturales, apostando a un fluido desarrollo. Al ser este Ventana Andina la primera edición careció de un mayor intercambio entre países lindantes, incluso interprovinciales; esperemos que con el éxito de público, la buena difusión y la gran organización de esta primeriza entrega, en los años sucesivos, Ventana Andina abra sus persianas hacia la región, arrojando luz sobre el cine de Latinoamérica, haciendo circular sus productos audiovisuales, mostrándolos, exhibiéndolos, descubriéndolos y generar así un circuito de retroalimentación.
La competencia nacional, de la que fui jurado, contó con producciones muy variadas, tal vez demasiado. Afinar los criterios de selección también podría ser un objetivo para futuras ediciones. Películas que iban de la animación a producciones más cercanas a los géneros como documentales o de denuncia; de duraciones diversas, casi una hora a unos escasos pero valiosos cinco minutos. A esta primera edición le sobraron ganas, pasión y esfuerzo, que no es poco si uno mira los festivales de mayor categoría y más instalados en el circuito que a veces languidecen en burocracias inútiles; sólo habrá que sumar más producciones y mejores criterios de programación para que en el futuro sea el gran festival que la región andina se merece.
Hablando de las películas que me tocó evaluar como jurado, hubo propuestas interesantes. La mejor, sin dudas, fue Padre (que finalmente resultó ganadora) una brillante animación de un realizador de Bariloche, Santiago Bou Grosso, cuenta el rutinario y gris transcurso del tiempo de la vida de la hija de un represor. Exquisitos detalles trabajados con sutileza, buen manejo de las elipsis temporales, y un trabajo impecable de los espacios cargados de sentidos múltiples; esta pequeña historia, que destila ideología desde la puesta en escena, relata lo que queda de la dictadura militar a través de la mirada de la hija, una Electra devenida, un revés de trama de Psicosis. Una pequeña gran obra indudablemente.
También en esta sección se destacaron Nueva Fujián, de Analía Orfila, film que se destaca por la estructura de su relato que alterna con flashbacks y tiempo presente, mecanismo complejo que la película resuelve sin dificultad haciendo que la historia fluya sin tropiezos. Desde el maltrato a las mujeres hasta los mecanismos de dominación imperantes, la película se hace cargo de marcar la complejidad de la sobrevivencia de la comunidad oriental en una ciudad que le es ajena.
A cassete de David Marcial Valverdi resultó un buen producto; una historia familiar íntima y sugestiva. Un hijo que necesita recuperar la figura de su madre y sobre todo su voz. Un álbum familiar, fotos y la presencia de la abuela que recuerda, incansablemente, las escenas de su hija. Contada por el propio director, con una voz en off, mostrando sus propias fotos – o su única foto -, el director construye un corto que destila un clima personal, intimo y sutil. Detrás o atravesada por la historia de la madre, está la historia de un país, de una época, de una ausencia.
Tierra animada de Aldana Paula Loiseau es una película extraña, mezcla de documental de experiencias con chicos que aprenden a filmar sus propias películas, es también una muestra de los saberes ancestrales, del resguardo de las tradiciones, de cómo el cine, hacia afuera y hacia adentro detenta un poder mágico y fascinante: puede hacer que los chicos aprendan a hacer cine y a la vez salvaguardar la identidad. Este mediometraje tiene algo de primitivo que lo hace seductor y a la vez algo de lo inacabado que precisa una revisión, un cierre.
Momentos es un corto animado que con mínimos recursos narra los diferentes momentos de la vida. Con una animación sencilla logra un clima íntimo y cercano, una pantalla dividida en tres sectores dibuja la vida de los hombres con simpleza y grandes rasgos.
Marcela Gamberini / Copyleft 2014
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