Affleck dirige y también es la principal figura delante de cámara. Después de pasar por la guerra su personaje entendió todo: las reglas del mundo son una farsa, todo vale. El cinismo melancólico de Joe Coughlin es lo que lo retiene de entregarse a los placeres del hampa. También la figura de su padre, un oficial de rango de la policía de Boston. El propio padre meterá preso a Joe, después de ser traicionado por una amante. ¿Tendrá una segunda oportunidad? En todos los sentidos, en los negocios y en el amor; una vez que se mude a Florida prosperará y conocerá a una mujer afrocubana; es el costado progresista del relato, su fantasía ideológica..

Basada en la novela de Dennis Lehane de título homónimo, el problema del filme de Affleck reside en la discontinuidad. Las escenas se juntan entre sí, porque solamente así puede haber un filme; el raccord entre las escenas suele ser fallido, lo que afecta estructuralmente la fluidez narrativa; eso explica la voz en off constante y los colchones musicales de relleno, refuerzos de conexión entre las partes. La cirugía estética también se aplica en el cine. Excepto por una persecución formidable de automóviles en el inicio, el filme es una entidad inorgánica en movimiento.

El lugar común (entre críticos) es decir que Affleck es un actor mediocre y un buen director (clásico). Ni lo uno ni lo otro, aunque en su cuarta película hay buenas razones para ligar el adjetivo que se le aplica como intérprete a su rol de director. No obstante, al igual que Joe, Affleck tendrá otra oportunidad. Sus dos primeras películas eran buenas.

Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de enero de 2017

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