ZAPPA
REDENCIÓN DEL ANTIPÁTICO
Ya que tanto le gusta el tiempo y sus inversiones, Christopher Nolan bien podría hacer una película sobre el tiempo, sobre el tiempo que puede llevar la revisión de los archivos personales, familiares y profesionales que Frank Zappa acumuló metódicamente durante toda su vida, ordenándolos en filas interminables de bibliotecas del tipo de las que uno arma en su casa, sobre las que se apoyan sistematizados miles y miles de biblioratos con recortes de prensa y otra tanta cantidad de casetes de VHS, rollos de filmaciones en 8mm, en 16mm, y un sinfín de material fotográfico, audiovisual y musical. Este gran documental aprovecha hasta el último fotograma y hasta el último sonido del “found Zappa’s footage” del cual proviene esta fiesta orgiástica con la que el director Alex Winter nos obsequia un banquete bivarietal de alegría y tristeza, de goce y perplejidad que representa oro en polvo incluso para quienes hayan sentido siempre indiferencia por la música de Zappa, un monstruo académicamente circense, estrambóticamente virtuoso y henchido de sarcasmo, inclasificable de tan exigente y bífida como su lenguaraz orquestador.
Zappa es una montaña rusa archivística sobre la vida de un artista amargado y ocurrente definidor de una clase de heterodoxia propia. Un momento para la hipnosis cinéfila: desde una filmación en video de los noventas, Zappa señala algo fuera de cuadro y acto seguido la cámara encuadra un plano general de un estante en el que se centra un VHS que dice “Clapton at home” que capturó vaya a saber qué situaciones de la visita que le hiciera el dios de la guitarra inglés a Zappa en su casa. Es difícil de describir la sensación aquí. Sólo viendo esta escena podrán tomar magnitud de lo babilónico de todo esto, ya que por sí mismo este VHS podría ser perfectamente un cortometraje valiosísimo para el fandom “zappatista” y claptoniano y para fines museísticos si se quisiera. El caudal de lo que muestra como guía turístico Zappa es casi una cosmogonía musical de sí mismo, un cántaro periodístico de saber cultural que abarca cuatro décadas de trayectoria roquera de algo que fue más allá del rock para estar ahí de la gloria infinita y nunca lejos de los pentagramas más complejos. Insistimos: el VHS “Claptón at home” es uno de los miles y miles de rótulos alineados entre los anaqueles memorabílicos que nos revelan. Me pregunto cuántos documentales más habrá en esas colecciones pantagruélicas y cuáles verán la luz y cuáles no. El material de orbe testimonial vasto y generosamente abierto al público que es este Zappa también conmemora con el montaje el legendario ágape vivo de Zappa con John & Yoko, a lo mejor un saneamiento de su previa postura anti-Beatles o anti-exitismo. “Estamos en esto por la plata”, tituló su disco más contestatario.
Hay más.
Hay mucho más. Las increíbles animaciones artesanales stop-motion de Bruce Bickford se reutilizan como ilustraciones alucinógenas de lo que se está narrando y son un espectáculo pago aparte en su sostén cinemático de una rusticidad impresionista de trabajo como si fuera un Ray Harryhausen-de-las-cavernas. Zappa conoce a este personaje singular de la vida bohemia –a Bickford– mientras convalecía a raíz del atentado que sufrió en uno de sus conciertos, en el que se subió un tarado y lo empujó fuera de un escenario de más de dos metros de alto. Zappa quedó inconsciente y casi muere. Pero todo bajón se exorciza con la belleza. Y este bajón en particular se exorciza con el descubrimiento de las filmaciones añejas de Bickford en pleno proceso cuadro a cuadro, toqueteando y retoqueteando sus zappitas de plastilina & Cía. No hay precio acá.
Es una mezcla de texturas las que usa el director Alex Winter y también lo es, a pesar de su sujeción a la cronología, la estructura de la película, como si sus referencias no fueran otras películas sobre músicos, sino los collages que hacía Zappa para las tapas de sus discos. Winter no quiso dejar nada afuera y se agradece el gesto porque Zappa es un artista cuyo caudal de producción no está debidamente calculado a la fecha, algo similar a lo que pasa con el legado de Prince, y mientras más conozcamos de Zappa, menos ignoraremos de sus enigmáticos repertorios. Zappa toca. Zappa canta. Zappa habla. Zappa zapa. Zappa es un “todozappa” recargado implacablemente obligatorio para los buceadores de vidas ajenas del arte grosso de nuestro siglo anterior. Un músico de conservatorio en la corte del Rey Rock. Una persona con contradicciones, o sea, una persona.
Zappa fue invitado a Saturday Night Live en 1978 y el documental muestra fragmentos de un sketch sobre narcóticos junto a John Belushi (ejem), Bill Murray y Dan Aykroyd, entre otros, que pudo permanecer entre sus recuerdos épicos. Pero por supuesto que luego renegó Zappa de este evento, alegando que le había dado la impresión de que sólo lo invitaron para burlarse de su abstinencia puritana. Es que, convengamos, siempre fue extraño que Zappa no se drogara. Su música es delirante, lisérgica, ensoñadora, hipersónica, mixta, inabarcable y promiscua. En otra escena del documental, desde su mala onda proverbial con sus allegados Zappa se anima con un cover de una de las frases más lúcidas que vomitó Charles Bukowski, que afirmaba que para saber quiénes eran tus verdaderos amigos había que pasar un tiempo en la cárcel: “Si querés saber quiénes son tus amigos de verdad”, dice Zappa, “sentate nueve meses en una silla de ruedas”. Zappa también confiesa a una periodista de televisión que no tiene amigos, que sus amigos son sus cuatro hijos y su esposa. Es duro este momento.
Las personas tenemos matices y los matices de Zappa integraban la ficha técnica milhojas de un libraco. Un adicto al trabajo ególatra y arrogante, un comentarista reaccionario de la cultura hippie, un tano incandescente y moralista, un sexista con denostaciones cretinas sobre sus groupies pero también un amigo fiel, un amigo generoso, un artista comprometido, un músico intransigente, un cinéfilo nato, un comediante repentista, un padre de familia cariñoso, un amante bilingüe regenerado en esposo fiel, un productor independiente tozudo, un saboteador aguileño de su potencial comercial, un guerrero de la coherencia. Se le puede agradecer a un genio que no sea arrogante pero no se le puede pedir.
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Zappa, EE.UU., 2020.
Escrita y dirigida por Alex Winter.
Miguel Peirotti / Copyleft 2020
Lo que muestra zappa en el documental que dice Clapton at home, no es un vhs ni ahí, es una cinta de audio de carrete.
Excelente nota. Un músico de alcances infinitos. Va a llevar décadas terminar de descifrarlo. El documental (que aún no vi, pero leyendo esta crítica me dan muchas ganas) seguramente nos aporta una guia para apreciarlo mejor.